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3 Ideas importantes sobre la suerte

 

·         La suerte existe

·         Podemos crear más suerte

·         Y podemos maximizar la suerte cuando la tenemos

Que la suerte existe


Si queremos aprovechar de la suerte como emprendedores tenemos que entender lo siguiente.

1. Que existe la suert

2. Tener clara la distinción entre suerte y aptitudes


La suerte existe

El factor suerte es algo de lo que muchos no quieren hablar.

Lo habitual para los seres humanos suele ser que si algo sale bien ha sido por nosotros.

Y si algo sale mal, puede ser la mala suerte.

Los seres humanos somos de control.

Y no queremos pensar que hay cosas que están fuera de nuestro control.

La República Centroafricana es el país más pobre del mundo

De hecho que Bill Gates naciera en Estados Unidos y no en República Centroafricana ha tenido un impacto claro en el éxito que ha tenido.

Es innegable que Bill Gates ha aprovechado al máximo su situación y los eventos fortunosos

El mérito está en poder ver la oportunidad, el evento o la situación de suerte.

Y aprovecharla al máximo

Si tomamos conciencia de cuando estamos teniendo buena suerte, se hace más fácil ver cuándo realmente nos encontramos delante de la buena suerte.



La suerte


Podemos definir la suerte como un evento, o una serie de eventos o circunstancias, que funcionan a favor o en contra de un individuo.


Es una casualidad que afecta a una persona o a un grupo; por ejemplo, a una empresa o a un equipo deportivo…
La suerte puede ser buena o mala.

"Tuve la suerte de estar en el lugar correcto en el momento correcto,

pero muchos otros también estaban en el mismo lugar.

La diferencia fue que tomé medidas"

- Bill Gates-

La suerte tiene un impacto en los resultados que podemos tener como empresari@s.

Negar esto nos deja en una situación en la que no la usamos en nuestro favor.

 





En el año 1962, mientras un hombre viajaba en un tren a través de un cañón frío y lluvioso, el tren se salió de las vías y se cayó en un río.

Mientras que otros 17 pasajeros se ahogaron, él solo se fracturó un brazo y sufrió hipotermia.

Al año siguiente, durante su primer y único viaje en avión, este mismo hombre salió expulsado desde una puerta del avión que funcionaba mal y aterrizó en un pajar. 

El avión se estrelló y murieron 19 personas.

El mismo hombre, tres años y pico después del primer accidente, viajaba en autobús cuando éste se salió fuera de la carretera hacia un río, ahogando a 4 pasajeros.

Él nadó hasta la orilla con algunos cortes y algunas contusiones.

En 1970 su automóvil se incendió mientras conducía y logró escapar, antes de que el tanque de combustible explotara.

Tres años más tarde, en otro accidente de coche, el motor de su automóvil fue rociado con aceite caliente de una bomba de combustible que funcionaba mal, causando que las llamas se disparasen a través de las rejillas de ventilación.

Su cabello se chamuscó completamente en esta ocasión pero, por lo demás, no sufrió daños.

En 1995 fue atropellado por un autobús en Zagreb, solo sufrió heridas leves.

En 1996 eludió una colisión frontal con un camión de las Naciones Unidas en una curva de montaña, desviándose hacia una barrera de protección que cedió bajo la fuerza de su automóvil.

Fue expulsado del automóvil cuando la puerta se abrió de golpe (no llevaba puesto el cinturón de seguridad).

Se las arregló para agarrarse a un árbol mientras observaba cómo se desplomaba su automóvil 90 metros (300 pies) en una garganta.


Éstos no son todos los síntomas que se padecen con la enfermedad sino sólo algunos de los que sufro más a menudo y otros los callo, pero aunque parece mentira aún hay más…

         No quiero que la gente diga: “pobrecito, qué mal lo está pasando”, pero sí me gustaría sentirme algo más comprendido, y de paso, si es posible con lo que manifiesto ayudar a las personas que se encuentran en la misma situación que yo, o padeciendo enfermedades similares.

         Al ser muchos de los síntomas que se padecen poco evidentes a simple vista, a veces, se piensa que una persona que lleva una mano vendada o un apósito en cualquier parte del cuerpo que se pueda ver, puede tener más gravedad de la que tenemos nosotros, pero de nuevo, las apariencias pueden confundirnos.

         Me gustaría recibir toda la ayuda que se nos pueda dar, para hacer nuestra vida lo más normal posible. Yo me estoy esforzando por conseguirlo, intentando ser útil, estudiando, escribiendo o ayudando a quien lo necesita; aunque, en ocasiones, me gustaría perderme en una isla y no atender a las responsabilidades que uno debe asumir como esposo, padre, hijo, hermano, amigo, alumno, socio, vecino…

         Quisiera pedir a quien pueda y le apetezca que se informe sobre esta enfermedad para contrastar lo que como afectado digo, por si alguien pudiera pensar que tiene un sesgo excesivamente personal, pero, afirmo rotundamente, por experiencia propia y por entrevistas con otros afectados, que esta enfermedad de verdad es así de cruel.

         Ahora, por los problemas de la columna vertebral que arrastro, ya no puedo realizar ningún trabajo remunerado, pues tengo reconocida una Invalidez Permanente Absoluta y mi grado de minusvalía alcanza ya el 69%, pero ninguno de los tribunales a los que he tenido que someterme han tenido en cuenta el S.F.C. Según mi aspecto, todo esto puede ser imperceptible a los ojos, pero he debido pasar innumerables pruebas, tribunales técnicos médicos y de justicia y así lo han acreditado, pero siempre se han basado en las pruebas puramente objetivas. No obstante, y aunque soy considerado formalmente un inválido y un discapacitado, no me he resignado a vivir lamiéndome las heridas y con la ayuda inestimable de personas de la Universidad de Castilla-La Mancha y la Universidad Complutense de Madrid he estudiado la carrera de Antropología Social y Cultural. Me está costando todo mucho más de lo que, anteriormente, me costó sacar Magisterio o Derecho, entre otros estudios, pero aquí sigo en la brecha, ilusionado y realizando ya mis estudios de postgrado para conseguir el doctorado. El S.F.C. no tiene cura, por el momento; es una enfermedad crónica y hay mucho que investigar todavía. Seguro que desde todos los ámbitos se puede hacer algo más de lo que se está haciendo.

         Los remedios hasta ahora son paliativos y ni siquiera se sabe con certeza qué es lo que la origina. Llevo gastado mucho dinero en medicación y especialistas y, en verdad, no encuentro una gran mejoría. Desde aquí, quiero lanzar una apelación a todos los organismos públicos y privados, a las universidades, a las empresas de la industria farmacéutica y a todos los profesionales, para que se interesen por esta grave enfermedad que no es contagiosa, ni es una mentira o  una invención de alguien que no quiere trabajar. Es una enfermedad que hace mucho de sufrir a quien la padece.

Algún día diré como decía el poeta Pablo Neruda: “Confieso que he vivido”. Hoy me limito a decir: “Confieso que sobrevivo cada día” cada vez que me preguntan como estoy. 

Si bien, éstos están siendo para mi familia y para mí años muy crueles, llenos de mucha soledad e incomprensión, a todos les sugiero que procuren disfrutar de lo que la vida nos ofrece cada día, de los pequeños detalles, que no se espere a que un accidente, una desgracia o una enfermedad sean las que ayuden a apreciar y valorar las cosas buenas de la vida. Yo, a pesar de los pesares, lo intento cada día. No quiero acabar esta conferencia sin decir que los enfermos de SFC y FM necesitamos ayuda y mucha comprensión. 

A modo de conclusión, se puede decir con respecto al análisis y de la investigación que aún queda mucho por descubrir, aunque se están dando importantes avances con tratamientos paliativos, además, desde el punto de vista social, la Antropología como ciencia se está interesando cada vez más por los temas de salud y en concreto por las enfermedades crónicas como S.F.C y F.M. Con respecto al tema, es necesario destacar que éstas no son enfermedades contagiosas, pero que sí limitan mucho la calidad de vida del paciente.    En relación a mi experiencia personal como paciente y antropólogo, quiero decirle a esta enfermedad que no me voy a rendir, que algún día le ganaré la batalla final porque no voy a perder la esperanza nunca, y que mientras tanto me acercaré a ella para tratar de aprender todo lo que quiera enseñarme, porque no me gustaría acabar diciendo lo que comentaba el antropólogo Nigel Barley que se empeñaba en decir que “resulta ciertamente insultante comprobar lo bien que funciona el mundo sin uno

Barley, Nigel.,  (230:2005)

Por mi parte nada más, pero sí quiero acabar leyéndoles el poema de Walt Whitman que yo leo y releo cada día...

“No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.

No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte que es casi un deber. No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.

No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo. Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.

Somos seres llenos de pasión.

La vida es desierto y oasis.

Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.

Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa.

Tú puedes aportar una estrofa.

No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre.” 

                                               Walt Whitman

         Gracias por estar ahí.       


Una vez me contó un enfermo del síndrome que se había olvidado de ir a buscar a sus hijos pequeños de 3 y 5 años a la escuela a las cinco de la tarde. Cuando se los trajeron a las seis, porque nadie iba a recogerlos, lloraba amargamente. Su hijo mayor le decía: “Papá no llores que ya estamos aquí”. Y el pequeño lloraba y le abrazaba mientras le decía: “Papi, papi, ay, mi papi”. Aunque cuando me lo contó ya habían pasado casi dos años, las lágrimas volvieron a sus ojos y a los míos... A veces dudo si le pasó a él o me pasó a mí…

         Por otro lado, quiero decir que, si la vida está llena de pequeños detalles, con esta enfermedad se pierden muchos... Es para mí un drama no recordar fechas señaladas como, a veces, el cumpleaños de mis hijos, de otros familiares o amigos, aunque lo apunte en la agenda y lo mire la noche anterior. Cosas tan sencillas como hacer la lista de la compra y traerla a la casa sin que me falte nada llegan a resultarme durísimas, porque cuando voy a buscar la lista no aparece y, entonces, compro lo que pienso que hace falta. A menudo llevo a casa cosas que no son necesarias y se me olvida lo importante. Organizar las vacaciones por ejemplo, no es una ilusión, es un suplicio para mi. Todo esto me limita, me hace perder gran calidad de vida y me entristece, aunque no pierdo las ganas de luchar. Hay muchos que se lo toman a risa y te dicen que eso también les pasa ellos, pero tú sabes que una cosa es que eso sea esporádicamente, y otra que te ocurra de forma tan frecuente... Resulta difícil creer que cuando has metido un plato vacío en la nevera no lo has hecho queriendo; o que has salido a la calle con el abrigo y te vuelves sin él, sin tener la menor idea de dónde lo has dejado, pero, por desgracia, estas cosas nos ocurren. Ya no me molesto si se ríen cuando he metido el mando a distancia de la televisión en la nevera, sino que le he buscado el lado bueno y me río yo también.

         Me he acostumbrado a llevar siempre una agenda de organización semanal, pequeña, pero que a mí me pesa una tonelada. Tengo que mirarla muchas veces, incluso para saber en el día que vivo... Lo más sorprendente, es que a menudo no sé donde la he puesto.

         Lo que he contado hasta ahora no es todo lo que me ocurre, ya que hay muchos más síntomas.      Como autoterapia, procuro pensar que estoy mejor de lo que en verdad me encuentro.

         Unido a lo que ya he dicho hasta ahora, en cuanto a los síntomas físicos, cuando padeces el S.F.C. tienes una sensación de malestar general que, a menudo, va acompañado de fiebre o febrícula y de herpes, aftas bucales, sequedad en los ojos y la boca y un dolor de garganta crónico. Las infecciones recurrentes de todo tipo, están siempre esperando su momento para hacer acto de presencia.

         Con diferente intensidad tengo fuertes dolores musculares y articulares generalizados, como si me estuvieran tirando con anzuelos de cada uno de los músculos de mi cuerpo, además de contracturas y molestias en el cuello y la zona de los trapecios que van acompañados de una impresión de vértigo permanente. Tengo la sensación de estar andando sobre una nube que me impide pisar el suelo, y hace que me sienta continuamente en desequilibrio, con desorientación espacial y temporal. Hay momentos en los que no sé ni dónde estoy, ni qué día es, si es media mañana o media tarde…

         Los problemas digestivos me hacen vomitar a menudo. Tengo digestiones largas y pesadas y molestias en el intestino. El sistema inmunológico se altera y, si me hago algún corte, la herida se me ulcera y tarda en cicatrizar más de lo habitual.

         Leer, que siempre ha sido una pasión para mí, ahora puede llegar a convertirse en una tortura, pues me cuesta mucho comprender lo que estoy leyendo y he de hacerlo muy despacio y, a veces, releer varias veces lo mismo. También me duelen los ojos, me escuecen, se me secan y, aunque utilizo lágrimas artificiales, el problema continúa. Además, si me esfuerzo en leer algo más complejo de lo habitual, se me pone una sensación de presión en el cráneo, como si sostuviera una losa, y me duele intensamente la cabeza.

          En otro orden de cosas, tengo una especial intolerancia al calor y al frío, a la luz del sol, a muchos componentes de las medicinas y al alcohol.

         Sufro alteraciones del sueño como insomnio, sueño no reparador o pesadillas que me hacen despertar con un fuerte dolor en el pecho, en la zona de los senos de la nariz y en la cabeza. Y si algún día no tengo pesadillas, ya se encarga mi vejiga de recordarme que tengo que ir al servicio hasta cuatro veces cada noche.

         Además, padezco de déficit de atención, confusión e inhabilidad para pensar claramente, dificultad para comprender y expresar las palabras y, especialmente, si tengo que hacer cálculos, por simples y sencillos que parezcan.

         Aunque trato de controlarme y evitarlo, también padezco ansiedad y, sin saber porqué, hay momentos en los que me vengo abajo y no soy capaz de reaccionar y animarme en una fiesta o reunión social. Parece como si tuvieran que darme cuerda para ponerme de nuevo a funcionar como un juguete, y unas veces, se puede, y otras no. Esto en ocasiones, me lleva a estar más irritado aún y a percibir la realidad con un cierto dramatismo.

         Me gustaría poder decir que esto no me está pasando a mí, que es una broma pesada y que todo ha sido un cuento o un mal sueño… Pero no puedo decir eso porque estaría mintiendo. La realidad es ésta aunque a mí me gustaría que fuera de otra manera.

 



Además, si un día te ven haciendo algo que habitualmente no puedes hacer, te dicen: “¡Anda con el que está tan enfermo!”. Ellos, no saben cuánto duele que te juzguen continuamente, unos de frente y otros a tus espaldas.

         Yo no me rindo y tan sólo les pido, a unos y a otros, que se informen y que lean sobre esta enfermedad y, después, si lo siguen viendo necesario, que nos juzguen. Tampoco quiero que nadie sienta pena por mí, porque si algo necesito es comprensión y, en alguna ocasión, quizá algo de ayuda.

         Si, alguna vez, el desánimo quiere apoderarse de mí, trato de hacerme fuerte y pensar en ejemplos de personas como el autor de obras como “Breve historia del tiempo” y “El universo en una cáscara de nuez, Stephen William Hawking (quien sufre Esclerosis Lateral Amiotrófica, ELA); o en el autor del libro “Mi pie izquierdo”, Christy Brown (el décimo de una familia pobre de 22 hermanos que fue capaz de escribir su libro sufriendo una importante parálisis cerebral, que únicamente le permitía mover su pie izquierdo); o en el caso de tantas y tantas personas que están saliendo adelante en condiciones infrahumanas y que no  han llegado a ser famosos, y eso me da fortaleza a mi para seguir adelante.              

         Como tantos enfermos que padecen S.F.C. no es necesario preguntarme a cada instante cómo me encuentro. Pero si comento que no me encuentro bien, es preciso que se me crea, aunque no se note en mi cara nada especial. Por otro lado, si digo que “estoy bien”, eso no significa tampoco que me encuentre perfectamente, sino que quizá no quiero hablar ese día de cómo me encuentro. El S.F.C. te deja pocos días de respiro en la vida pero, si alguno lo hace, sabes que debes aprovecharlo al máximo. 

         Algunos días en los que no me puedo levantar de la cama y si lo hago es a la fuerza, y esa sensación se mantiene durante todo el día. Parece que tengo colgados de las manos y de los pies cubos llenos de arena y cemento hasta rebosar y no puedo con mi cuerpo; son días en los que, como decía el poeta, “por dolerme, me duele hasta el aliento...” Este sufrimiento nos lleva a los que padecemos esta enfermedad, y otras muchas cronificadas, al ostracismo y la clandestinidad.

         Cuando tienes esta enfermedad, si le cuentas a alguien que te ha conocido antes de padecerla y que te ha visto trabajar sin parar, hacer deporte o, simplemente, vivir con ilusión, que ahora hay días que te faltan las fuerzas hasta para peinarte o afeitarte, les resulta difícil de creer, pero es tal y como lo cuento. Parece como si el tiempo se hubiera arqueado, como si las horas no fueran hacia delante, como si no quisieran pasar, como si se curvaran al ritmo de tu sufrimiento en una siesta que te aplasta y te aturde.

         Ahora, todo me cuesta mucho más esfuerzo que antes y me encuentro más inseguro de lo que hago. Siempre pido que me revisen las cosas por si me he equivocado y, la mayoría de las veces, es así, por lo que generalmente, siento una gran impotencia...

         Quiero referir, a modo de anécdota, que el otro día, no encontraba mi teléfono móvil (como de costumbre, no sé cuantas veces lo he perdido ya) y llamé con el teléfono fijo desde mi casa para ver si al sonar lo podía localizar. Estaba apagado o fuera de cobertura, con lo que deduje, después de darle muchas vueltas a la cabeza, que entre otros sitios podría estar en el garaje de mi casa, donde no hay cobertura, dentro del coche. Y así fue. Lo recogí y al cabo de unas horas, vi que tenía una llamada perdida desde un teléfono fijo. El número me sonaba muchísimo y pensé que era uno de los teléfonos habituales de la familia o de alguno de mis amigos. Llamé desde el fijo al número fijo de la llamada perdida en el móvil comunicaba. Lo intenté más tarde, y otra vez comunicaba, y así hasta en cinco ocasiones. Entonces, algo desesperado ya, le dije a mi mujer que si recordaba de quién podía ser el número teléfono fijo de la llamada perdida en mi móvil. Me miró asombrada y me dijo que si me estaba burlando de ella. Le pregunté que por qué, y respondió que el número al que estaba llamando era el de nuestra propia casa…

         Conozco también el caso de una Catedrática de Biología que padece el S.F.C., y que ha llegado a no poder recordar cuál es la composición de la célula... Por otro lado, comenta una persona que padece las dos enfermedades, que se siente como “una tortuga con un caparazón de plomo”.

         Cuando sufres esta enfermedad llegas a desesperarte en muchas ocasiones, pero sabes que debes seguir adelante, que la enfermedad no puede vencerte, que no puede hundirte y, por eso, lo intentas una y otra vez... Te sientes como si estuvieras en una cárcel en la que todo te está permitido y, sin embargo, no puedes hacer casi nada porque te faltan las fuerzas para ello y te sientes incomprendido y, en ocasiones, te dejas vencer por el desaliento. Pero, yo me digo siempre que tengo que seguir adelante. Por ese motivo estoy estudiando ahora. No me quiero desconectar de la realidad y he acudido de nuevo a la Universidad con la ilusión de un alumno que acaba de empezar su carrera. Cuando empiezas el curso, todo te suena, quieres y no puedes, tu cuerpo y tu mente, se resisten; en verdad, sabes lo que quieres decir, pero no encuentras las palabras adecuadas, o, en esos momentos, se te olvida lo que quieres decir. Te ilusionas y luchas por conseguir tu carrera y después tus cursos de postgrado, pero puedo asegurar que llega a ser muy, muy duro.

         Me está resultando todo muy duro, porque muchas veces se te olvida el nombre de la persona con la que estás hablando, aunque haga años que la conoces; o no salen las palabras quieres decir; o utilizas expresiones incongruentes, pero te consuela pensar que no estás iniciando una demencia sino que está demostrado que son síntomas propios de esta enfermedad, ya que la memoria a corto plazo se ve severamente afectada. Los que la padecemos repetimos mucho lo de “por dónde iba”, “qué te estaba diciendo”, “ya se me ha ido lo que te quería decir” o “lo tengo en la punta de la lengua”, por lo que hay que armarse de una buena dosis de paciencia.                  

         A diario me ocurren cosas como que no sé dónde pongo las llaves de la casa o del coche, pierdo la cartera, el bolígrafo, el abrigo o la chaqueta, el móvil..., o bien, me dejo la puerta de la nevera abierta, no encuentro un papel que acabo de tener en las manos… y, así, podría seguir hasta llenar folios enteros contando miles de anécdotas o torpezas de las que cometo.

         A veces, he hecho cosas tan graves como dejarme encendido el brasero eléctrico toda la noche o abierto el grifo de la bañera hasta que ha rebosado. Pero lo más duro es que, cuando me lo cuentan, ni siquiera soy consciente de haberlo hecho. Me parecen cosas increíbles. 



“Confieso que vivo y muero cada día”

              

         Yo, Paco Ramos Torroba, confieso que vivo y muero cada día, que sobrevivo cada segundo, desde que un desgraciado accidente laboral hizo que, según un grupo de expertos neurocirujanos, no hubiera otra solución que intervenir quirúrgicamente la hernia discal que padecía, debido a las graves lesiones a nivel cervical.

Hay días que me digo aqueelo de “vivo sin vivir en mí…”

         Fui operado, sin demasiado éxito, de hernia discal cervical C6-C7 en octubre de 2000. Desde entonces, arrastro graves secuelas derivadas de las gravísimas complicaciones que sufrí a causa de la infección meningocócica que contraje en el quirófano de la Clínica Ruber en la Calle Juan Bravo en Madrid, como consecuencia directa de dicha intervención.

         Las lesiones han sido tan numerosas y tan graves que me han afectado a numerosos órganos y me han hecho deambular durante años, de consulta en consulta médica, porque no encontraban causas comunes que pudieran englobar todas las secuelas, o, al menos, la mayor parte de ellas. Durante todos estos años, he tenido que realizarme innumerables pruebas, algunas muy dolorosas, y casi todas molestas.

         Según los especialistas, las complicaciones han sido las peores que se pueden tener en una intervención de columna vertebral: mielopatía cervical grave, discitis, espondilodiscitis, miosotis, entre otras muchas, pero lo peor estaba aún por llegar.

         Cuando han transcurrido algunos años desde la intervención, no sólo no he mejorado sino que, además, se puede evidenciar el empeoramiento generalizado de la patología de columna en distintas pruebas objetivas como: resonancias magnéticas, TAC, electromiogramas, radiografías, etc.

         Con respecto a la zona cervical se observa en las resonancias magnéticas de manera contrastada y objetivamente según están consideradas estas pruebas:

-Rectificación de la curvatura fisiológica.

-Discoartrosis cervical generalizada.

-Fusión de los cuerpos vertebrales C6-C7.

-Hernias discales centrales a nivel de los segmentos C3-C4 y C5-C6.

         En el estudio Neurofisiológico que me han realizado en tres ocasiones, y que es algo así como pinchar con grandes y largas agujas en los nervios de pies y brazos y estimularlos con una máquina que emite como descargas eléctricas,al menos, 24 ocasiones… No es fácil explicar el intenso dolor que se sufre, una de las pruebas más dolorosas que jamás me han practicado. Según este estudio se observa la afectación de las Vías Somatosensoriales procedentes de todos los miembros y, principalmente, del miembro superior izquierdo y de ambos miembros inferiores. El resultado de la prueba fue el siguiente diagnóstico: Mielopatía Cervical a nivel C5 o Superior.

         Con respecto a la zona lumbar en resonancias magnéticas practicadas en los últimos años se observa:

-Rectificación de la lordosis fisiológica lumbar.

-Aumento de la curvatura del sacro.

-Espacios interdiscales con pinzamiento y discopatías degenerativas desde L4 a S1.

-Hernia discal posterocentral foraminal y extraforaminal izquierda a nivel del disco L4-L5.

-Hernia discal posterocentral foraminal y bilateral con retrolistesis. Estenosis del canal.

-Espondilolitis con espondilolistesis asociada a nivel L5-S1.

-Espondiloartrosis L5-S1.

         En el estudio Neurofisiológico en esta zona se observa una Irritación Radicular Múltiple de las Raíces L5 y S1 izquierdas y S1 derechas.

Diagnóstico: Estenosis de canal lumbar.

         Podría pensar cualquiera, con esta retahíla de dolencias que ya es bastante, pero no es así, y a todo esto, hay que añadir desde la operación y el postoperatorio, un cansancio continuo, permanente y agotador, y dolores generalizados en todo el cuerpo, molestias digestivas, alteraciones del sueño... En las numerosas consultas médicas a las que acudí en los primeros años, no encontré una respuesta que pudiera unificar los síntomas que padecía. Cada especialista trataba la dolencia que comentaba desde su singularidad, por lo que he llegado a sufrir mucho y… fui remitido a la unidad de salud mental donde he sido tratado por diferentes psicólogos y psiquiatrías para tratar de ayudarme a llevar tanto sufrimiento.

          En el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, me realizaron un gran número de pruebas en relación al cansancio y todos los síntomas que estaba presentando como “daños colaterales”, como yo los llamé, a la infección postoperatoria. Como conclusión de los resultados de estas pruebas me explicaron que lo que me pasaba, no eran “cosas mías, ni invenciones mías”, como alguno había dejado entrever en alguna consulta, sino que eran síntomas propios de una enfermedad reconocida por la O.M.S. , que se conoce como Síndrome de Fatiga Crónica (SFC). Por fin, encontré respuestas a muchas de las preguntas que yo me hacía. Me sentí escuchado y comprendido. Entonces lloré. Lloré de rabia e impotencia, pero también para aliviar el sentimiento de locura que sentía.

         Desde entonces, cuando se me observa, no se encuentran grandes cambios físicos en mí, pues los que producen el Síndrome de Fatiga Crónica parecen, en la mayoría de los casos, invisibles. Esto realmente no es así, pues se pierde elasticidad y brillo en la piel y el cabello, se pierde luz en la mirada, muchas veces, estás como ausente… Para explicarlo mejor, he de decir que no nos ocurre lo mismo que a las personas que padecen SIDA o algún tipo de cáncer degenerativo, en los que el físico del enfermo se va deteriorando, sino que el nuestro, en muchos casos, da la impresión de ser el de una persona sana. En cierta manera, ese es uno de los grandes dramas de los que padecemos S.F.C., pues mucha gente por nuestro aspecto deduce “que no nos pasa nada”, “que lo que tenemos es que somos un poco hipocondríacos”, o que “nos miramos mucho al espejo”; o, los más duros, llegan incluso a decir que “lo que nos pasa es que tenemos mucho cuento…” 

 


CHACRAS

CHACRA 1

-          Color rojo -> bola de energía -> Da gracias al miedo

-          Liberar miedos

-          Nacimiento de la kundalini

-          Conexión a la tierra

-          Huesos / piernas /

-          Intestino grueso

-          Riñones

-          Supervivencia y procreación de la especie.

-          Si ese chacra está cerrado es un afán de posesión

-          Olfato 

CHACRA 2

-          Naranja

-          Gusto

o    Falta de alegría de vivir

o    Miedo a la supervivencia -> Yang

-          Agua

o    Se armoniza con el río y el mar

o    Yo tengo derecho a sentir

o    Creación de un nuevo ser

-          Testículos, ovarios. 

CHACRA 3 (Vista)

-          Amarillo -> Donado // Ego // Autoestima, aceptación

-          Fuego

-          Páncreas -> Insulina -> Alegría de la vida

-          Aparato digestivo: Comer desde la conciencia

-          Nuestro sol

-          Equilibrio, Autoestima 

CHACRA 4

-          Rosa/ morado

-          Aire/ movimiento

-          Corazón/ timo

-          Bloqueo -> Cáncer -> no perdona  -> desamor

-          Tacto 

-          Equilibrio -> acciones y sentimientos 

CHACRA 5 (espiritual)

-          Azul

-          Azul

-          Derecho a expresar

-          Garganta

-          Une sentimiento con pensamiento

-          Escucha

-          Tiroides

CHACRA 6 (espiritual)

-          Éter  -> violeta -> Se despierta la intuición

-          Hipófisis /Pituitaria / Glándula maestra

-          Se trata de conectar con el ser 

CHACRA 7 (espiritual)

-          Blanco/ dorado

-          Corona

-          Puede estar abierto o cerrado, no bloqueado

-          Glándula pineal

-          Cuando está abierto sientes equilibrio e iluminación

CHACRAS:

1.    2.    3.    ->       CHACRAS FÍSICOS

4.                   ->       CHACRA QUE UNE

5.    6.     7.    ->      CHACRAS ESPIRITUALES

-          Curar -> cuerpo

-          Sanar -> el alma -> No hay expectativas

 


CARTA DE UN PACIENTE CON S.F.C.

      El dolor y la fatiga son el actualidad unos de los mayores problemas de salud en la mayoría de los países occidentalizados.

      El dolor crónico y la fatiga afectan en la Unión Europea a más de 75 millones de personas, pero todo lo ves como lejano hasta que te toca a ti. Cuando te dan la noticia de que padeces una enfermedad incurable y de que la cronicidad de determinados síntomas va a condicionar tu vida, aprendes que aunque caigas a menudo es necesario levantarse muchas veces con el ánimo renovado.

      Cuando caes enfermo y no puedes tirar con la carga del día a día, te replanteas temas que han sido importantes en tu vida y que, seguramente, lo serán siempre pero que debes aprender a ver de otra manera. Esos temas pueden ser: el dolor, el miedo, la familia, el matrimonio o la relación de pareja que lleve cada uno, el trabajo… La lista puede ser interminable y siempre dependerá de las preferencias de cada uno.

      Ahora en nuestra situación, valoramos más al amigo de verdad, al familiar que no nos dejará nunca, al especialista que te escucha y te comprende. Habrá algunos que hablen de tu cuento d de que te gusta llamar la atención, pero, en ese caso debes seguir adelante. Nadie mejor que tú sabe lo que estás pasando y no debe afectarte lo que digan.

      No dejes que el miedo al futuro te controle. Deslígate del temor. Si hay cosas que no puedes ya hacer, no las hagas, haz otras.

      Cada instante que vives es un regalo para ti y aunque puedas pensar que ya no vales para nada, con lo que tú eras, quiero decirte que eso no es cierto; que necesitas descansar un poco de las exigencias a las que se te ha sometido por el entorno, pero quizá por ti mismo también.

      No te rindas ante la enfermedad. Ha llegado a tu vida para enseñarte algo, para que cambies algunas pautas en tus formas de hacer, de ser y de pensar que te estaban desgastando y agotando.

      Déjate ayudar ahora. Déjate mimar. Pide lo que necesites, pues seguro que has dado a los que te rodean y a los demás, mucho más de lo que les vas a pedir, pero debes hacerlo. Ellos no son sabios. No conocen tus necesidades, y más aún, di durante toda tu vida, has sido una persona que has dedo sin esperar nada a cambio es preciso aprender a recibir de los otros. Hemos dado mucho como adultos, aprendamos a recibir como niños.

      Si la vida te pide ahora algunos cambios de hábitos pues ánimo; ponte en marcha, no estarás solo. Anda un poquito cada día, come adecuadamente y sin obsesionarte demasiado con la dieta, pero disfruta de lo que comes. Arréglate, no te dejes caer en la desidia y el abandono, que los demás te digan: ¡Qué bien te veo!, en lugar de preocupar a los demás o incluso dar pena si estamos siempre enfermos.

      Abraza tu enfermedad, no la rechaces, hazte partícipe de todo cuanto quiere enseñarte. Cuánto más aprendas a vivir con ella, a llevarla como compañera de viaje, mejor te encontrarás. Debes realizarte en esta vida, aún padeciendo esta grave dolencia como lo estás haciendo. La vida continúa y no para. Tú debes seguir marchando en el “tren de la vida”, y se te pasas en alguna estación debes saber que tarde o temprano deberás volver a coger el tren de la vida.

      Encuentra lo que hay de bueno en tu vida hoy, ahora, en este instante, pues el pasado no existe ya, y el futuro siempre está por llegar. No compitas por ser el mejor o la mejor, sé tú mismo, tu misma, sin compararte con nadie.

      Busca aquello que te satisfaga pero no te empeñes en conseguir metas inalcanzables. No somos héroes o heroínas somos personas.

      No te repitas expresiones cómo: ¡Yo no puedo! ¡No soy capaz…! ¡Antes si podía, ahora no! ¡No sirvo para nada! ¡Me estoy muriendo en vida!, como he oído a muchas personas que padecen esta enfermedad. Hay que cambiar por afirmaciones como: ¡Yo puedo! ¡Ahora hago lo que me apetece! ¡Tengo ganas de darme una alegría: y además me la doy…! Comparte lo que siempre has tenido en tu interior pero desde el placer y la sensación de abundancia que tenemos y no desde la obligación y la responsabilidad absoluta y la perfección de todo lo bien hecho. Si hay cosas que no salen tan bien como esperabas no importa porque todo es adecuado; todo sale como tiene que salir y no te queda sino aceptarlo. Tú pones de tu parte lo que puedas y nada más. Todo ocurre como tiene que ocurrir y lo más importante de todo es aceptar y no sentirse culpable con lo que ocurra.

      Cuando haces las cosas de corazón, cuando vas donde tu corazón te lleva, tu conciencia descansa en la paz interior y es allí donde se empieza a fraguar tu salud, pues tu verdadera curación depende de ti mismo. No dejes tu salud en manos de especialistas, pues ellos pueden ayudarte, pero el verdadero artífice de tu vida eres tú.

      Como decía Nelson Mándela.

      “Yo soy el capitán de mi alma

        Yo soy el dueño de mi destino”.

 

      Somos cada uno de nosotros los que hacemos nuestra vida diaria; los que fraguamos nuestro destino. Siempre tenemos al menos dos elecciones y somos libres para elegir.    Hoy quiero lanzaros una pregunta ¿Tiene algo malo ser el número 2, el 3 o el 37 de una lista?

      Mi respuesta es no. No tiene nada de negativo pero nos han enseñado que en esta vida gana más el que más compite; que la suerte está siempre del lado de los vencedores, de los ganadores, de la elite, de los primeros, pero todos sabemos que no es así. Hay aparentemente gente a la que todo le va bien, pero también pasan por sus “noches oscuras del alma” lo que ocurre es que quizá hayan aprendido que todo quiere enseñarnos algo. Somos como somos y lo que importa es aceptarte como eres.

      A este respecto un hombre de campo me decía que a la Madre Tierra todo le sirve y todo lo ve como bueno y lo acepta, pues hasta el estiércol es beneficioso para que crezcan las plantas. De ello hemos de aprender mucho. No rechacemos nada pues todo lo que se presenta en nuestras vidas es para enseñarnos algo. La rosa es una flor preciosa y no rechaza sus espinas sino que las acepta como esencia de su propio ser.

      A pesar de la gravedad de los síntomas de nuestras enfermedades (SFC y FM) hay otras que transforman el cuerpo de manera asombrosa como determinados tipos de cáncer, el VIH o el ELA (esclerosis lateral amiotrófica). Seguramente todos tengamos familiares, personas cercanas, vecinos o amigos que padezcan o hayan padecido estas enfermedades pero algunos no se resignan. Luchan y entre ellos, hay ejemplos de personas como Stephen Hawking, eminente físico, autor de varias obras, entre las que destaca la Historia del Tiempo, quien padece ELA. O el profesor Morrie Hchwartz quien fue un ejemplo en todo el proceso durante el que padeció esta grave enfermedad.

      Quizá una de las calves para que la mayoría de las enfermedades entrasen en un proceso de curación está en la necesidad de perdonar que tenemos, es precioso ser compasivo y perdonarte a ti mismo. Perdonarte por todo lo que esperabas de ti y no has conseguido, por lo exigente que eres congio, por lo intransigente, por el grado de perfeccionismo que te lleva al agotamiento, pero que a su vez, esa exigencia la trasladas a los demás. Nos gustaría que los otros fueran como nosotros queremos que sean: nuestros hijos, nuestras parejas, nuestros padres e incluso nuestros vecinos y allegados. Queremos que nos alfombren el mundo en lugar de calzarnos nosotros unas zapatillas.

      Pensamos a menudo ¡Es que si él o ella cambiaran un poquito...! Sin darnos cuenta de que el cambio empieza por uno mismo. Que cuando tú cambias, eres el ejemplo para los demás, y si tienen que cambiar ellos lo harán, o quizá no cambien, pero a ti no te queda sino aceptar todo como adecuado, porque así es así será.

      No te preocupes si te quedan cosas por hacer; si no has leído aquel libro que te regalaron, si no adelgazas todo lo que quieres o no aprendes un nuevo idioma. Perdónate y disfruta de cada momento que te ofrece la vida. Grita: “Carpe Diem” “vive el instante, vive el momento”. Perdónate y perdona a los demás y conseguirás ser cada día más feliz si te lo propones, pero sin exigírtelo ni exigirlo a los demás. El odio y el rencor no hacen sino alimentar la enfermedad y minar tu salud.

      La felicidad es el estado natural de la vida. Toda la naturaleza es feliz con lo que tiene salvo las personas que siempre quieren más aunque sea a costa de su salud. Haz las paces con la vida. Piensa que todo forma parte de un sueño que tú puedes transformar, porque tu eres quien forja tus sueños.

      Si sueñas en un día perfecto para ti, hoy es ese día. Hoy puedes empezar a vivir una nueva vida, pero sólo si tú quieres que sea así, porque nadie debe escribir el guión de tu vida por ti. Nadie ni nada ni siquiera la enfermedad. Hazla tu amiga, hazla compañera de viaje y llévala como si fueran unas gafas, un pañuelo en la cabeza o unas zapatillas, solo así podrás volver a renacer a la vida que un día creíste haber perdido.

      Por último, solo me queda decirte que unido al perdón, debes enriquecer tu amor incondicional hacia ti, hacia todos y hacia todo lo que te rodea, porque el amor te ayudará a entender lo que cada día hasta ahora padeces, pero no te pido resignación sino acción. El mundo te está esperando para cambiarlo porque eres imprescindible y estas aquí para ello, pero desde el cambio que se mueve en ti.

      Para acabar quiero regalarte un cuento:

   Estaba una ola muy triste porque pensaba que al llegar a la playa acabaría desapareciendo. Llegó otra ola a su lado y le preguntó por qué estaba tan triste y aquella le dijo que se iba a hacer trizas e iba a desaparecer.

       La ola que llegó la última, gritando de alegría cogió más carrerilla y le dijo:

    Nosotras no desaparecemos nunca sino que nos transformaremos una y otra vez, pues nosotras somos el mismo mar.

 

Nunca es “demasiado tarde” para cambiar. Deja que el verdadero maestro llegue a tu vida y aprende de ella pues en tu corazón radica el principio y el fin de tu existencia.

 

 

                             Paco Ramos Torroba

                                                                 Antropólogo


DECÁLOGO DE VENTAJAS POR SER ASOCIADOS/AS DE AHIRE

01. Una de las más destacadas es que en las actividades y eventos que organizamos, tus descuentos compensan con creces tu aportación anual como asociado.

02. Siendo de Ahire perteneces a una comunidad de personas que cuentan con el apoyo de profesionales del bienestar y la salud.

03. Dispondrás de la posibilidad de reserva anticipada de plaza en nuestros eventos con aforo limitado.

04. Te ofrecemos descuentos especiales con empresas y profesionales de diferentes áreas, con los que tenemos firmados convenios de colaboración que cada año te presentamos.

05. Puedes desarrollar habilidades a través de nuestra formación en: crecimiento personal, mental, psicológico y emocional con el máximo rigor, dada la calidad de nuestros ponentes y facilitadores.

06. Formas parte de una comunidad de personas que realiza distintas actividades de ayuda: reparto de ropa, alimentos, medicamentos, así como apoyo en diferentes situaciones que lo requieran (enfermedad, acompañamiento en el duelo, necesidades terapéuticas…).

07. Siendo de nuestra asociación, perteneces a un grupo con similares inquietudes y con un estado de conciencia de cambio para construir un mundo más solidario, ético y humano.

08. Tienes un espacio a tu disposición donde mostrarte tal y como eres y poder desarrollar todo tu potencial.

09. Si es tu deseo, juntos encontraremos tu propósito de vida.

10. En definitiva, encontrarás un lugar para amar y ser amado, para ayudar y pedir ayuda, siempre que lo necesites. Para eso estamos cada día a tu servicio.

Nota: Estaríamos encantado de recibir tus sugerencias y comentarios de mejora con respecto al decálogo presentado.

Cuentas con todo el equipo de Ahire para ayudarnos a mejorar.




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LOS 10 RAPTORES DE TU ENERGÍA

 

1.- TEMER Y CRITICAR: No te aferres a nada ni a nadie. Deja ir a personas que sólo llegan a tu vida y están en ellas para compartir quejas, problemas, historias desastrosas, miedo y juicio de los demás.

2.- ENDEUDARSE POR ENCIMA DE LAS POSIBILIDADES DE CADA UNO: Si eres deudor paga tus deudas a tiempo. Si te detiene algo, déjalo ir, si ya es imposible cobrarle.

3.- CREAR RESISTENCIAS: Cumple tus promesas. Si no has cumplido, pregúntate por qué tienes resistencia. Siempre tienes derecho a cambiar de opinión, a disculparte, a compensar, a re-negociar y a ofrecer otra alternativa hacia una promesa no cumplida; aunque no como costumbre. La forma más fácil de evitar el no cumplir con algo que no quieres hacer, es decir “NO” desde el principio. 

4.- CONTROLAR EN EXCESO: Elimina en lo posible y delega aquellas tareas que prefieres no hacer y dedica tu tiempo a hacer aquello con lo que disfrutas.

5.- NO DESCANSAR: Date permiso para descansar siempre que puedas. La naturaleza, tiene ritmos y tu vida también.

6.- NO ORGANIZARTE: Tira, regala, comparte, recoge y organiza; nada llena más energía que un espacio desordenado y lleno de cosas del pasado que ya no necesitas.

7.- NO CUIDARTE: Da prioridad a tu salud. Toma el sol, medita, haz Reiki, respira, báñate, haz ejercicio en la naturaleza, escucha tu cuerpo y elimina las toxinas. Aliméntate saludablemente; trabaja en la prevención para evitar la crisis de una enfermedad. Cuida tu casa de contaminación electromagnética.

8.- RESIGNARTE: Enfrenta las situaciones tóxicas que estás tolerando, desde rescatar a un amigo o a un familiar, hasta tolerar acciones de una pareja o un grupo; toma las medidas oportunas y no te resignes.

9.- PELEAR: Aceptar sin pelear, vive sin apegos.

10.- CULPAR: Perdona, deja ir una situación que te esté causando dolor, siempre puedes elegir dejarla marchar. Y algún día te darás cuenta de que todo somos inocentes. 

 

                                   Elaborado por el Maestro Paco Ramos con ideas del Dalai Lama




 

MI VIDA

Nací el 20-1-1964 en Puertollano, más concretamente en un barrio minero que era considerado una pedanía llamada Asdrúbal. Mis primeros tres años de mi vida transcurrieron felices. Nos trasladamos a una casa más grande y recuerdo que mi madre y mi padre estaban contentos.

Soy el tercero de cinco hermanos. En 1971, cuando yo tenía 7 años, mi padre trabajaba como carpintero en la mina y mi madre tenía bastante con los cinco hijos: Andrea, Clara, Paco (yo), Julián y Miguel Ángel, recién nacido.

Fueron unos años en los que recuerdo que mi padre trabajaba mucho y que mi madre (cordobesa, andaluza de pura cepa) cantaba mientras arreglaba su casa y nos llamaba “rey”, “tesoro” o “vida mía”, pero cuando llegó la crisis del petróleo, empezaron graves y grandes problemas para la familia. Mis padres estaban muy preocupados porque nos obligaban a pagar la casa en a que vivíamos y no teníamos dinero.

En ese periodo, mi padre tuvo una perforación de estómago y cuando volvió a trabajar como carpintero con una máquina que llamaban “tupy” se cortó los dedos, anular corazón e índice. Todo se complicó pues se quedó en la calle sin trabajo y con una pensión mínima por accidente. Nos concedieron una vivienda de VPO (o del estado) pero hubo que pedir un préstamo de unas para el que no teníamos ni dinero ni avales. Mi padre hacía algunos trabajos mínimos de carpintería y mi hermano pequeño y yo nos íbamos con él para ayudarle.

Lo empezamos a pasar muy mal porque lo más importante era pagar la casa nueva. Pasamos mucha hambre, mi madre lloraba, mi padre volvió a tener una nueva perforación de estómago. Comíamos una vez al día, pero poco y mal. Había días que no había nada para cenar o desayunar. Los vecinos nos daban pan duro y ropa, pero ellos también eran muy humildes. No teníamos calefacción y hacía mucho frío. Fueron años muy, muy duros.

En el colegio se solidarizaron con nosotros y nos permitieron almorzar en el comedor una vez al día. El fin de semana, mi padre compraba lo que nosotros llamábamos “los culos” del fiambre, esa parte que ahora quitan al empezar el embutido y la tiran o la dan para animales.

Cuando tenía trece y hacía octavo de E.G.B., nos fuimos todos a trabajar a la vendimia a Francia. Lo hicimos durante seis años seguidos. Fue muy duro, durísimo. Las condiciones que teníamos que soportar eran penosas y el trato de los franceses era vejatorio. Nos trataban como a seres inferiores.

Pasamos muchísimo frío, hambre y sed durante el trabajo y en los escasos momentos de descanso. Penurias de todo tipo. Los barracones en los que dormíamos y las camas recordaban a los campos de concentración de los nazis. No obstante, estudié en el Instituto Dámaso Alonso de Puertollano y aunque llegaba a finales de noviembre, sin asistir a ninguna clase ni formarnos en ese periodo, lograba sacar siempre el curso en junio y con buena nota. En estos años del instituto, me levantaba todos los días a las seis de la mañana y cuando acababa por la tarde-noche ayudando a mi padre en la carpintería. No era fácil ser un adolescente sin posibilidades económicas para, prácticamente, nada, frente a compañeros con bastante dinero, pero lo asumía porque sabía el esfuerzo que estaban realizando mis padres para que nosotros estudiáramos.

Al acabar el verano, también daba clases particulares, trabajaba con mi padre en la carpintería y vendía libros y joyas de las tiendas de las que me había hecho distribuidor. En septiembre nos íbamos a Francia hasta noviembre, cada año.

Con la beca, y los  pocos ahorros  de la vendimia, empecé a estudiar magisterio en Ciudad Real, en una casa muy negra y llena de humedad. Fueron años duros. Saqué muy buenas notas pues… el acceso directo y con sobresaliente de media se trabajaba directamente como maestro. Incluso, en primero de magisterio, también tuve que ir a Francia. Me hice merecedor en esos años de la beca y luché por no perderla. Era duro el trabajo en la vendimia y duro recuperar todo lo perdido en esos primeros meses.

En teoría todo fue inútil, pues el último año que acabé con una media de 8,7 en la carrera no hubo más acceso directo. Se había paralizado todo el año anterior.

Por otro lado, cuando tenía veinte años, vivía en Ciudad Real y conocí a la que es ahora mi mujer. Me confesó enseguida que padecía anorexia y era evidente que necesitaba comer, pero más que eso necesitaba cariño y algo a lo que aferrarse para seguir viviendo. Sus padres no aceptaban nuestra relación, pues esperaban para su hija alguien ya posicionado, como según sus propias palabras, un médico, notario y yo no tenía nada, ni…

Pasamos momentos muy duros en nuestra relación. Su madre procuraba hacernos todo el daño posible y pasamos momentos muy duros.

En cuanto acabé magisterio, me fui a la mili y no fue una experiencia demasiado grata, aunque traté de leer mucho y formarme en temas de ventas.

Al volver, un tío mío que tiene varios negocios y mucho dinero, me propuso trabajar con él. Empecé sin darme de alta, de nueve a dos y de cuatro a nueve. De dos a tres, vendía en las casas y, a partir de las nueve, estudiaba las oposiciones, pero no era nada fácil. Estaba agotado.

Mi tío era un hombre especialmente duro en el trato, en las formas y en todo. De mis visitas a los bancos, comencé a hacer amistades con directores e interventores de oficina. Conociendo todas las formas de mi tío, no tardaron en llegarme propuestas para presentar oposiciones en bancos y cajas. Al año y medio de trabajar con él, hice una oposición de Caja de Albacete, nos presentamos unos seiscientos para diez plazas y yo saqué una de ellas, además en mi propio pueblo, en Puertollano. Cuando se lo comenté a mi tío, no se lo podía creer, aunque él lo supo desde el primer momento, pues le pedí permiso para hacer las cuatro pruebas que tenía que realizar.

En la Caja, trabajé sin descanso, me llevaba la comida al trabajo y me quedaba hasta muy tarde.  Mi director estaba muy contento con mi trabajo. A los tres meses, le pidieron un informe mío y fue tan bueno que inmediatamente me hicieron un contrato indefinido, en lugar de esperar a los tres años, como habitualmente se hacía.

Pronto comencé a conocer, por la documentación que manejaba, que mi jefe estaba trabajando en su propio beneficio con dinero B en la empresa. Cuando se convocó la plaza, uno de los dos tendría que irse y él no las tendría todas consigo. Yo le dije que me dedicaría exclusivamente a trabajar y velar por la oficina y por la entidad. Al poco tiempo, puse en conocimiento de mi jefe de zona sus maquinaciones quien, a su vez lo comunicó a Auditoría.

Estaba tocando a los fondos y había desviado unos treinta millones de las antiguas pesetas. Fue muy duro para todos y el ambiente con la compañera de la Caja no era el más agradable. Ella se limitó a decir que no sabía nada. Me felicitaron desde la Dirección General y consolidé mi puesto como interventor, pero a éste, le sustituyó uno nuevo impresentable.

En 1989, me casé con la que había sido mi novia durante cinco años. No tuvimos mucha ayuda, pues mis padres no tenían mucho y mis suegros, no quisieron dárnosla.

En la Caja, en 1992 llegó la fusión de todas las Cajas de CLM, menos la de Guadalajara. El nuevo jefe de zona, me dice que nos vamos a cambiar de oficina y a juntar con la Caja de Toledo. En la otra oficina, había interventor y no había director. Nos fuimos físicamente a su oficina y allá hacía funciones de todo aunque el interventor oficial era otro.

Por mis buenas gestiones de morosidad, me proponen a los cuatro meses de estar allí, ser nombrado Jefe del Departamento Morosidad en Ciudad Real. Era el salto que había esperado desde que entré en la Caja; tenía que desplazarme a diario, pero era bonito.

Tenía veintisiete años y era el jefe del organigrama más joven de la entidad. Muchos dudaron de mi efectividad pero, al cabo de un año en el cargo, pasamos de ser la peor territorial a ser la mejor en términos absolutos y relativos.

A un ascenso, siguió otro. Me nombraron a los tres años, Jefe Comercial de Ciudad Real. Mi nuevo jefe, venido del Santander, era de los que pensaban que a la gente había que darle una patada en los “güevos” por la mañana para funcionar. Intenté adaptarme a sus formas. Él me estrujó, me absorbió, me dejó “sin sangre” y al cabo de tres años, hubo de nuevo cambios, volvieron a nombrarme de nuevo jefe de morosidad para reconducir este departamento que se había apartado de los objetivos propuestos. Pronto llegaron los buenos resultados, y esta vez al año la propuesta fue nombrarme Jefe de Auditoría de CCM (Caja de Castilla La Mancha en Cuenca).

Mi mujer no quiso seguirme, como pasó en Ciudad Real. Al cabo de los cuatro meses de estar allí, de trabajar más de quince horas diarias, de… muchísimo, en el centro operativo de Toledo, al manejar libros en cajas, sentí un fuerte dolor cervical. Al acudir a los médicos y hacerme pruebas, me comunicaron que tenía una hernia cervical C6-C7 y que recomendaban la rápida intervención por el riesgo que representaba para la médula espinal. Al comunicárselo a mi jefe, dijo que le había decepcionado, que yo no podía quedarme de baja, que él había apostado por mí y que si me quedaba de baja, tenía primero que dimitir del puesto. Así lo hice, dimití en julio. En octubre, me operaron en la Clínica Ruber de Madrid. La operación fue un fracaso, pues cogí un virus de meningococo en el quirófano y estuve a punto de morir (ver desarrollado en tema enfermedades).

Pasé unos meses horribles. El dolor de las discitis, miositis y mil dolores de cabeza distintos, se habían apoderado de mí y desde entonces no me han abandonado ni un momento. Después de dieciocho meses de baja, pasé tribunal médico, acudí al Juzgado de lo Social y me dieron una invalidez permanente. Por las secuelas me evaluaron con una minusvalía del 49%.

Con respecto a la Caja, todo ha habido que ganarlo en los juzgados. Aún quedan algunos asuntos de menor calado aunque se está preparando una demanda por vía penal contra la clínica Ruber y el médico que me operó. Tengo dos hijos, Paco y Fernando de nueve y siete años que son los que le dan sentido a mi vida y, aún después de tantos años, sigo luchando porque mi mujer recupere su autoestima, se quiera y así pueda querernos un poco a nosotros.

A mí me gustaría que llegara un solo día en que, sin recurrir a la medicación fuerte, no me duela algo. Hoy, el dolor en todas sus formas, muerde y me recuerda lo que decía aquel poeta:

Mi dolor es un erial, flor que toco se deshoja, parece que alguien va sembrando el mal, para que yo lo recoja.

Muchos días pienso, si esto es vida, y reconozco que no me da miedo la muerte si llega porque no hago mal a nadie y tiene que haber algo mejor que esto.   Julio-2004




Resumen de Perfil del Tipo de Personalidad Uno

Sanos. Los tipo Uno sanos son escrupulosos y poseen un profundo sentido del bien y del mal así como valores morales muy sólidos. Son racionales, razonables, autodisciplinados y moderados. Éticos en extremo: la verdad y la justicia son valores fundamentales. La integridad y la rectitud los convierten en sobresalientes maestros morales. En su mejor estado: se vuelven extraordinariamente sabios y juiciosos. Al aceptar las cosas como son, adquieren un sentido increíble de la realidad y saben qué hacer en cada situación. Humanos, inspiradores y tolerantes: la verdad será escuchada.

Promedio. Los tipo Uno promedio no están satisfechos con la realidad y empiezan a sentir que ellos deben mejorar las cosas a su alrededor; son defensores, críticos e idealistas. Buscan razones a todo y explican a los demás cómo deben ser las cosas. Tienen miedo de cometer errores; todo debe ser consecuente con sus ideales. Son ordenados, pulcros, metódicos, bien organizados, lógicos, detallistas, aunque muy rígidos. Con frecuencia tienden a trabajar compulsivamente. Son muy puntuales, pedantes y un tanto fastidiosos. Llegan a ser muy críticos de sí mismos y de los demás; son melindrosos, perfeccionistas y juzgan todo. Siempre tienen una opinión acerca de todo; corrigen y fastidian a los demás para que hagan lo que, según ellos, es "lo correcto." Son impacientes y nunca están satisfechos con nada a menos que se hagan las cosas como ellos las ordenen. Generan juicios morales todo el tiempo; se enojan con indignación, son regañones y represores.

Malsanos. Pueden llegar a ser muy dogmáticos, moralistas, intolerantes e inflexibles. Empiezan a ver las cosas con base en absolutos: ellos tienen la verdad; todos los demás están equivocados. Pueden llegar a ser muy severos en sus juicios al mismo tiempo que racionalizan todos sus actos. Se vuelven obsesivos con las imperfecciones y los errores de los demás; sin embargo, pueden caer en contradicciones al hacer lo contrario de lo que predican. Condenan a los demás y pueden ser crueles y punitivos para deshacerse de los que ellos consideran "malhechores." Llegan a caer en depresiones severas, crisis nerviosas y existe la posibilidad de intento de suicidio.

Motivaciones clave. Desean hacer lo correcto, esforzarse y mejorar todas las cosas, ser constantes con sus ideales, justificarse a sí mismos, estar más allá de las críticas para no ser condenados por nadie.

Ejemplos. Mahatma Gandhi, Hilary Clinton, Al Gore, Juan Pablo II, Sandra Day O’Connor, John Bradshaw, Bill Moyers, Martha Stewart, Ralph Nader, Katherine Hepburn, Harrison Ford, Vanessa Redgrave, Jane Fonda, Meryl Streep, George Harrison, Celene Dion, Joan Baez, G.B Shaw, Noam Chomsky, Michael Dukakis, Margaret Thatcher, Rudolph Guliani, Jerry Brown, Jane Curtin, Gene Siskel, William F. Buckley, Osama Bin Laden, la "Church Lady" y "Mr. Spock" (StarTrek).