En el año 1962, mientras un hombre viajaba en un tren a través de un cañón frío y lluvioso, el tren se salió de las vías y se cayó en un río. Mientras que otros 17 pasajeros se ahogaron, él solo se fracturó un brazo y sufrió hipotermia. Al año siguiente, durante su primer y único viaje en avión, este mismo hombre salió expulsado desde una puerta del avión que funcionaba mal y aterrizó en un pajar. El avión se estrelló y murieron 19 personas. El mismo hombre, tres años y pico después del primer accidente, viajaba en autobús cuando éste se salió fuera de la carretera hacia un río, ahogando a 4 pasajeros. Él nadó hasta la orilla con algunos cortes y algunas contusiones. En 1970 su automóvil se incendió mientras conducía y logró escapar, antes de que el tanque de combustible explotara. Tres años más tarde, en otro accidente de coche, el motor de su automóvil fue rociado con aceite caliente de una bomba de combustible que funcionaba mal, causando que las llamas se disparasen a través de las rejillas de ventilación. Su cabello se chamuscó completamente en esta ocasión pero, por lo demás, no sufrió daños. En 1995 fue atropellado por un autobús en Zagreb, solo sufrió heridas leves. En 1996 eludió una colisión frontal con un camión de las Naciones Unidas en una curva de montaña, desviándose hacia una barrera de protección que cedió bajo la fuerza de su automóvil. Fue expulsado del automóvil cuando la puerta se abrió de golpe (no llevaba puesto el cinturón de seguridad). Se las arregló para
agarrarse a un árbol mientras observaba cómo se desplomaba su automóvil 90
metros (300 pies) en una garganta. |
Éstos no son todos los síntomas que se padecen con la enfermedad sino sólo algunos de los que sufro más a menudo y otros los callo, pero aunque parece mentira aún hay más…
No quiero que la gente diga: “pobrecito, qué mal lo está pasando”, pero sí me gustaría sentirme algo más comprendido, y de paso, si es posible con lo que manifiesto ayudar a las personas que se encuentran en la misma situación que yo, o padeciendo enfermedades similares.
Al ser muchos de los síntomas que se padecen poco evidentes a simple vista, a veces, se piensa que una persona que lleva una mano vendada o un apósito en cualquier parte del cuerpo que se pueda ver, puede tener más gravedad de la que tenemos nosotros, pero de nuevo, las apariencias pueden confundirnos.
Me gustaría recibir toda la ayuda que se nos pueda dar, para hacer nuestra vida lo más normal posible. Yo me estoy esforzando por conseguirlo, intentando ser útil, estudiando, escribiendo o ayudando a quien lo necesita; aunque, en ocasiones, me gustaría perderme en una isla y no atender a las responsabilidades que uno debe asumir como esposo, padre, hijo, hermano, amigo, alumno, socio, vecino…
Quisiera pedir a quien pueda y le apetezca que se informe sobre esta enfermedad para contrastar lo que como afectado digo, por si alguien pudiera pensar que tiene un sesgo excesivamente personal, pero, afirmo rotundamente, por experiencia propia y por entrevistas con otros afectados, que esta enfermedad de verdad es así de cruel.
Ahora,
por los problemas de la columna vertebral que arrastro, ya no puedo realizar
ningún trabajo remunerado, pues tengo reconocida una Invalidez Permanente
Absoluta y mi grado de minusvalía alcanza ya el 69%, pero ninguno de los
tribunales a los que he tenido que someterme han tenido en cuenta el S.F.C.
Según mi aspecto, todo esto puede ser imperceptible a los ojos, pero he debido
pasar innumerables pruebas, tribunales técnicos médicos y de justicia y así lo
han acreditado, pero siempre se han basado en las pruebas puramente objetivas.
No obstante, y aunque soy considerado formalmente un inválido y un
discapacitado, no me he resignado a vivir lamiéndome las heridas y con la ayuda
inestimable de personas de
Los remedios hasta ahora son paliativos y ni siquiera se sabe con certeza qué es lo que la origina. Llevo gastado mucho dinero en medicación y especialistas y, en verdad, no encuentro una gran mejoría. Desde aquí, quiero lanzar una apelación a todos los organismos públicos y privados, a las universidades, a las empresas de la industria farmacéutica y a todos los profesionales, para que se interesen por esta grave enfermedad que no es contagiosa, ni es una mentira o una invención de alguien que no quiere trabajar. Es una enfermedad que hace mucho de sufrir a quien la padece.
Algún día diré como decía el poeta Pablo Neruda: “Confieso que he vivido”. Hoy me limito a decir: “Confieso que sobrevivo cada día” cada vez que me preguntan como estoy.
Si bien, éstos están siendo para mi familia y para mí años muy crueles, llenos de mucha soledad e incomprensión, a todos les sugiero que procuren disfrutar de lo que la vida nos ofrece cada día, de los pequeños detalles, que no se espere a que un accidente, una desgracia o una enfermedad sean las que ayuden a apreciar y valorar las cosas buenas de la vida. Yo, a pesar de los pesares, lo intento cada día. No quiero acabar esta conferencia sin decir que los enfermos de SFC y FM necesitamos ayuda y mucha comprensión.
A modo de conclusión, se
puede decir con respecto al análisis y de la investigación que aún queda mucho
por descubrir, aunque se están dando importantes avances con tratamientos
paliativos, además, desde el punto de vista social,
Barley, Nigel., (230:2005)
Por mi parte nada más, pero sí quiero acabar leyéndoles el poema de Walt Whitman que yo leo y releo cada día...
“No dejes que termine el día
sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus
sueños.
No te dejes vencer por el
desaliento.
No permitas que nadie te
quite el derecho a expresarte que es casi un deber. No abandones las ansias de
hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las
palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo. Pase lo que pase nuestra
esencia está intacta.
Somos seres llenos de
pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en
contra, la poderosa obra continúa.
Tú puedes aportar una
estrofa.
No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre.”
Walt Whitman
Gracias por estar ahí.
Una vez me contó un enfermo del síndrome que se había olvidado de ir a buscar a sus hijos pequeños de 3 y 5 años a la escuela a las cinco de la tarde. Cuando se los trajeron a las seis, porque nadie iba a recogerlos, lloraba amargamente. Su hijo mayor le decía: “Papá no llores que ya estamos aquí”. Y el pequeño lloraba y le abrazaba mientras le decía: “Papi, papi, ay, mi papi”. Aunque cuando me lo contó ya habían pasado casi dos años, las lágrimas volvieron a sus ojos y a los míos... A veces dudo si le pasó a él o me pasó a mí…
Por otro lado, quiero decir que, si la vida está llena de pequeños detalles, con esta enfermedad se pierden muchos... Es para mí un drama no recordar fechas señaladas como, a veces, el cumpleaños de mis hijos, de otros familiares o amigos, aunque lo apunte en la agenda y lo mire la noche anterior. Cosas tan sencillas como hacer la lista de la compra y traerla a la casa sin que me falte nada llegan a resultarme durísimas, porque cuando voy a buscar la lista no aparece y, entonces, compro lo que pienso que hace falta. A menudo llevo a casa cosas que no son necesarias y se me olvida lo importante. Organizar las vacaciones por ejemplo, no es una ilusión, es un suplicio para mi. Todo esto me limita, me hace perder gran calidad de vida y me entristece, aunque no pierdo las ganas de luchar. Hay muchos que se lo toman a risa y te dicen que eso también les pasa ellos, pero tú sabes que una cosa es que eso sea esporádicamente, y otra que te ocurra de forma tan frecuente... Resulta difícil creer que cuando has metido un plato vacío en la nevera no lo has hecho queriendo; o que has salido a la calle con el abrigo y te vuelves sin él, sin tener la menor idea de dónde lo has dejado, pero, por desgracia, estas cosas nos ocurren. Ya no me molesto si se ríen cuando he metido el mando a distancia de la televisión en la nevera, sino que le he buscado el lado bueno y me río yo también.
Me he
acostumbrado a llevar siempre una agenda de organización semanal, pequeña, pero
que a mí me pesa una tonelada. Tengo que mirarla muchas veces, incluso para
saber en el día que vivo... Lo más sorprendente, es que a menudo no sé donde la
he puesto.
Lo que he contado hasta ahora no es todo lo que me ocurre, ya que hay muchos más síntomas. Como autoterapia, procuro pensar que estoy mejor de lo que en verdad me encuentro.
Unido a lo que ya he dicho hasta ahora, en cuanto a los síntomas físicos, cuando padeces el S.F.C. tienes una sensación de malestar general que, a menudo, va acompañado de fiebre o febrícula y de herpes, aftas bucales, sequedad en los ojos y la boca y un dolor de garganta crónico. Las infecciones recurrentes de todo tipo, están siempre esperando su momento para hacer acto de presencia.
Con diferente intensidad tengo fuertes dolores musculares y articulares generalizados, como si me estuvieran tirando con anzuelos de cada uno de los músculos de mi cuerpo, además de contracturas y molestias en el cuello y la zona de los trapecios que van acompañados de una impresión de vértigo permanente. Tengo la sensación de estar andando sobre una nube que me impide pisar el suelo, y hace que me sienta continuamente en desequilibrio, con desorientación espacial y temporal. Hay momentos en los que no sé ni dónde estoy, ni qué día es, si es media mañana o media tarde…
Los problemas digestivos me hacen vomitar a menudo. Tengo digestiones largas y pesadas y molestias en el intestino. El sistema inmunológico se altera y, si me hago algún corte, la herida se me ulcera y tarda en cicatrizar más de lo habitual.
Leer, que siempre ha sido una pasión para mí, ahora puede llegar a convertirse en una tortura, pues me cuesta mucho comprender lo que estoy leyendo y he de hacerlo muy despacio y, a veces, releer varias veces lo mismo. También me duelen los ojos, me escuecen, se me secan y, aunque utilizo lágrimas artificiales, el problema continúa. Además, si me esfuerzo en leer algo más complejo de lo habitual, se me pone una sensación de presión en el cráneo, como si sostuviera una losa, y me duele intensamente la cabeza.
En otro orden de cosas, tengo una especial intolerancia al calor y al frío, a la luz del sol, a muchos componentes de las medicinas y al alcohol.
Sufro alteraciones del sueño como insomnio, sueño no reparador o pesadillas que me hacen despertar con un fuerte dolor en el pecho, en la zona de los senos de la nariz y en la cabeza. Y si algún día no tengo pesadillas, ya se encarga mi vejiga de recordarme que tengo que ir al servicio hasta cuatro veces cada noche.
Además, padezco de déficit de atención, confusión e inhabilidad para pensar claramente, dificultad para comprender y expresar las palabras y, especialmente, si tengo que hacer cálculos, por simples y sencillos que parezcan.
Aunque trato de controlarme y evitarlo, también padezco ansiedad y, sin saber porqué, hay momentos en los que me vengo abajo y no soy capaz de reaccionar y animarme en una fiesta o reunión social. Parece como si tuvieran que darme cuerda para ponerme de nuevo a funcionar como un juguete, y unas veces, se puede, y otras no. Esto en ocasiones, me lleva a estar más irritado aún y a percibir la realidad con un cierto dramatismo.
Me
gustaría poder decir que esto no me está pasando a mí, que es una broma pesada
y que todo ha sido un cuento o un mal sueño… Pero no puedo decir eso porque
estaría mintiendo. La realidad es ésta aunque a mí me gustaría que fuera de
otra manera.
Además, si un día te ven haciendo algo que habitualmente no puedes hacer, te dicen: “¡Anda con el que está tan enfermo!”. Ellos, no saben cuánto duele que te juzguen continuamente, unos de frente y otros a tus espaldas.
Yo no me rindo y tan sólo les pido, a unos y a otros, que se informen y que lean sobre esta enfermedad y, después, si lo siguen viendo necesario, que nos juzguen. Tampoco quiero que nadie sienta pena por mí, porque si algo necesito es comprensión y, en alguna ocasión, quizá algo de ayuda.
Si, alguna vez, el desánimo quiere apoderarse de mí, trato de hacerme fuerte y pensar en ejemplos de personas como el autor de obras como “Breve historia del tiempo” y “El universo en una cáscara de nuez”, Stephen William Hawking (quien sufre Esclerosis Lateral Amiotrófica, ELA); o en el autor del libro “Mi pie izquierdo”, Christy Brown (el décimo de una familia pobre de 22 hermanos que fue capaz de escribir su libro sufriendo una importante parálisis cerebral, que únicamente le permitía mover su pie izquierdo); o en el caso de tantas y tantas personas que están saliendo adelante en condiciones infrahumanas y que no han llegado a ser famosos, y eso me da fortaleza a mi para seguir adelante.
Como tantos enfermos que padecen S.F.C. no es necesario preguntarme a cada instante cómo me encuentro. Pero si comento que no me encuentro bien, es preciso que se me crea, aunque no se note en mi cara nada especial. Por otro lado, si digo que “estoy bien”, eso no significa tampoco que me encuentre perfectamente, sino que quizá no quiero hablar ese día de cómo me encuentro. El S.F.C. te deja pocos días de respiro en la vida pero, si alguno lo hace, sabes que debes aprovecharlo al máximo.
Algunos días en los que no me puedo levantar de la cama y si lo hago es a la fuerza, y esa sensación se mantiene durante todo el día. Parece que tengo colgados de las manos y de los pies cubos llenos de arena y cemento hasta rebosar y no puedo con mi cuerpo; son días en los que, como decía el poeta, “por dolerme, me duele hasta el aliento...” Este sufrimiento nos lleva a los que padecemos esta enfermedad, y otras muchas cronificadas, al ostracismo y la clandestinidad.
Cuando tienes esta enfermedad, si le cuentas a alguien que te ha conocido antes de padecerla y que te ha visto trabajar sin parar, hacer deporte o, simplemente, vivir con ilusión, que ahora hay días que te faltan las fuerzas hasta para peinarte o afeitarte, les resulta difícil de creer, pero es tal y como lo cuento. Parece como si el tiempo se hubiera arqueado, como si las horas no fueran hacia delante, como si no quisieran pasar, como si se curvaran al ritmo de tu sufrimiento en una siesta que te aplasta y te aturde.
Ahora, todo me cuesta mucho más esfuerzo que antes y me encuentro más inseguro de lo que hago. Siempre pido que me revisen las cosas por si me he equivocado y, la mayoría de las veces, es así, por lo que generalmente, siento una gran impotencia...
Quiero referir, a modo de anécdota, que el otro día, no encontraba mi teléfono móvil (como de costumbre, no sé cuantas veces lo he perdido ya) y llamé con el teléfono fijo desde mi casa para ver si al sonar lo podía localizar. Estaba apagado o fuera de cobertura, con lo que deduje, después de darle muchas vueltas a la cabeza, que entre otros sitios podría estar en el garaje de mi casa, donde no hay cobertura, dentro del coche. Y así fue. Lo recogí y al cabo de unas horas, vi que tenía una llamada perdida desde un teléfono fijo. El número me sonaba muchísimo y pensé que era uno de los teléfonos habituales de la familia o de alguno de mis amigos. Llamé desde el fijo al número fijo de la llamada perdida en el móvil comunicaba. Lo intenté más tarde, y otra vez comunicaba, y así hasta en cinco ocasiones. Entonces, algo desesperado ya, le dije a mi mujer que si recordaba de quién podía ser el número teléfono fijo de la llamada perdida en mi móvil. Me miró asombrada y me dijo que si me estaba burlando de ella. Le pregunté que por qué, y respondió que el número al que estaba llamando era el de nuestra propia casa…
Conozco también el caso de una Catedrática de Biología que padece el S.F.C., y que ha llegado a no poder recordar cuál es la composición de la célula... Por otro lado, comenta una persona que padece las dos enfermedades, que se siente como “una tortuga con un caparazón de plomo”.
Cuando sufres esta enfermedad llegas a
desesperarte en muchas ocasiones, pero sabes que debes seguir adelante, que la
enfermedad no puede vencerte, que no puede hundirte y, por eso, lo intentas una
y otra vez... Te sientes como si estuvieras en una cárcel en la que todo te está permitido y, sin embargo, no puedes
hacer casi nada porque te faltan las fuerzas para ello y te sientes
incomprendido y, en ocasiones, te dejas vencer por el desaliento. Pero, yo me
digo siempre que tengo que seguir adelante. Por ese motivo estoy estudiando
ahora. No me quiero desconectar de la realidad y he acudido de nuevo a
Me está resultando todo muy duro, porque muchas veces se te olvida el nombre de la persona con la que estás hablando, aunque haga años que la conoces; o no salen las palabras quieres decir; o utilizas expresiones incongruentes, pero te consuela pensar que no estás iniciando una demencia sino que está demostrado que son síntomas propios de esta enfermedad, ya que la memoria a corto plazo se ve severamente afectada. Los que la padecemos repetimos mucho lo de “por dónde iba”, “qué te estaba diciendo”, “ya se me ha ido lo que te quería decir” o “lo tengo en la punta de la lengua”, por lo que hay que armarse de una buena dosis de paciencia.
A diario me ocurren cosas como que no sé dónde pongo las llaves de la casa o del coche, pierdo la cartera, el bolígrafo, el abrigo o la chaqueta, el móvil..., o bien, me dejo la puerta de la nevera abierta, no encuentro un papel que acabo de tener en las manos… y, así, podría seguir hasta llenar folios enteros contando miles de anécdotas o torpezas de las que cometo.
A veces, he hecho cosas tan graves como
dejarme encendido el brasero eléctrico toda la noche o abierto el grifo de la
bañera hasta que ha rebosado. Pero lo más duro es que, cuando me lo cuentan, ni
siquiera soy consciente de haberlo hecho. Me parecen cosas increíbles.
“Confieso
que vivo y muero cada día”
Yo, Paco Ramos Torroba, confieso que vivo
y muero cada día, que sobrevivo cada segundo, desde que un desgraciado
accidente laboral hizo que, según un grupo de expertos neurocirujanos, no
hubiera otra solución que intervenir quirúrgicamente la hernia discal que padecía,
debido a las graves lesiones a nivel cervical.
Hay días que me digo aqueelo de “vivo sin vivir en mí…”
Fui operado, sin demasiado éxito, de hernia discal cervical C6-C7 en octubre de 2000. Desde entonces, arrastro graves secuelas derivadas de las gravísimas complicaciones que sufrí a causa de la infección meningocócica que contraje en el quirófano de la Clínica Ruber en la Calle Juan Bravo en Madrid, como consecuencia directa de dicha intervención.
Las lesiones han sido tan numerosas y tan graves que me han afectado a numerosos órganos y me han hecho deambular durante años, de consulta en consulta médica, porque no encontraban causas comunes que pudieran englobar todas las secuelas, o, al menos, la mayor parte de ellas. Durante todos estos años, he tenido que realizarme innumerables pruebas, algunas muy dolorosas, y casi todas molestas.
Según los especialistas, las complicaciones han sido las peores que se pueden tener en una intervención de columna vertebral: mielopatía cervical grave, discitis, espondilodiscitis, miosotis, entre otras muchas, pero lo peor estaba aún por llegar.
Cuando han transcurrido algunos años desde la intervención, no sólo no he mejorado sino que, además, se puede evidenciar el empeoramiento generalizado de la patología de columna en distintas pruebas objetivas como: resonancias magnéticas, TAC, electromiogramas, radiografías, etc.
Con respecto a la zona cervical se observa en las resonancias magnéticas de manera contrastada y objetivamente según están consideradas estas pruebas:
-Rectificación de la curvatura fisiológica.
-Discoartrosis cervical generalizada.
-Fusión de los cuerpos vertebrales C6-C7.
-Hernias discales centrales a nivel de los segmentos C3-C4 y C5-C6.
En el estudio Neurofisiológico que me han realizado en tres ocasiones, y que es algo así como pinchar con grandes y largas agujas en los nervios de pies y brazos y estimularlos con una máquina que emite como descargas eléctricas,al menos, 24 ocasiones… No es fácil explicar el intenso dolor que se sufre, una de las pruebas más dolorosas que jamás me han practicado. Según este estudio se observa la afectación de las Vías Somatosensoriales procedentes de todos los miembros y, principalmente, del miembro superior izquierdo y de ambos miembros inferiores. El resultado de la prueba fue el siguiente diagnóstico: Mielopatía Cervical a nivel C5 o Superior.
Con respecto a la zona lumbar en resonancias magnéticas practicadas en los últimos años se observa:
-Rectificación de la lordosis fisiológica lumbar.
-Aumento de la curvatura del sacro.
-Espacios interdiscales con pinzamiento y
discopatías degenerativas desde L4 a S1.
-Hernia discal posterocentral foraminal y
extraforaminal izquierda a nivel del disco L4-L5.
-Hernia discal posterocentral foraminal y bilateral
con retrolistesis. Estenosis del canal.
-Espondilolitis con espondilolistesis asociada a
nivel L5-S1.
-Espondiloartrosis L5-S1.
En el estudio Neurofisiológico en esta
zona se observa una Irritación Radicular Múltiple de las Raíces L5 y S1
izquierdas y S1 derechas.
Diagnóstico: Estenosis de canal lumbar.
Podría pensar cualquiera, con esta retahíla de dolencias que ya es bastante, pero no es así, y a todo esto, hay que añadir desde la operación y el postoperatorio, un cansancio continuo, permanente y agotador, y dolores generalizados en todo el cuerpo, molestias digestivas, alteraciones del sueño... En las numerosas consultas médicas a las que acudí en los primeros años, no encontré una respuesta que pudiera unificar los síntomas que padecía. Cada especialista trataba la dolencia que comentaba desde su singularidad, por lo que he llegado a sufrir mucho y… fui remitido a la unidad de salud mental donde he sido tratado por diferentes psicólogos y psiquiatrías para tratar de ayudarme a llevar tanto sufrimiento.
En el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, me
realizaron un gran número de pruebas en relación al cansancio y todos los
síntomas que estaba presentando como “daños
colaterales”, como yo los llamé,
a la infección postoperatoria. Como conclusión de los resultados de estas
pruebas me explicaron que lo que me pasaba, no eran “cosas mías, ni invenciones mías”, como alguno había dejado
entrever en alguna consulta, sino que eran síntomas propios de una enfermedad
reconocida por
Desde entonces, cuando se me observa, no se encuentran grandes cambios físicos en mí, pues los que producen el Síndrome de Fatiga Crónica parecen, en la mayoría de los casos, invisibles. Esto realmente no es así, pues se pierde elasticidad y brillo en la piel y el cabello, se pierde luz en la mirada, muchas veces, estás como ausente… Para explicarlo mejor, he de decir que no nos ocurre lo mismo que a las personas que padecen SIDA o algún tipo de cáncer degenerativo, en los que el físico del enfermo se va deteriorando, sino que el nuestro, en muchos casos, da la impresión de ser el de una persona sana. En cierta manera, ese es uno de los grandes dramas de los que padecemos S.F.C., pues mucha gente por nuestro aspecto deduce “que no nos pasa nada”, “que lo que tenemos es que somos un poco hipocondríacos”, o que “nos miramos mucho al espejo”; o, los más duros, llegan incluso a decir que “lo que nos pasa es que tenemos mucho cuento…”
CHACRAS
CHACRA 1
-
Color
rojo -> bola de energía -> Da gracias al miedo
-
Liberar
miedos
-
Nacimiento
de la kundalini
-
Conexión
a la tierra
-
Huesos
/ piernas /
-
Intestino
grueso
-
Riñones
-
Supervivencia
y procreación de la especie.
-
Si
ese chacra está cerrado es un afán de posesión
- Olfato
CHACRA 2
-
Naranja
-
Gusto
o
Falta
de alegría de vivir
o
Miedo
a la supervivencia -> Yang
-
Agua
o
Se
armoniza con el río y el mar
o
Yo
tengo derecho a sentir
o
Creación
de un nuevo ser
- Testículos, ovarios.
CHACRA 3 (Vista)
-
Amarillo
-> Donado // Ego // Autoestima, aceptación
-
Fuego
-
Páncreas
-> Insulina -> Alegría de la vida
-
Aparato
digestivo: Comer desde la conciencia
-
Nuestro
sol
- Equilibrio, Autoestima
CHACRA 4
-
Rosa/
morado
-
Aire/
movimiento
-
Corazón/
timo
-
Bloqueo
-> Cáncer -> no perdona ->
desamor
- Tacto
- Equilibrio -> acciones y sentimientos
CHACRA 5 (espiritual)
- Azul
- Azul
-
Derecho
a expresar
-
Garganta
-
Une
sentimiento con pensamiento
-
Escucha
- Tiroides
CHACRA 6 (espiritual)
-
Éter -> violeta -> Se despierta la intuición
-
Hipófisis
/Pituitaria / Glándula maestra
- Se trata de conectar con el ser
CHACRA 7 (espiritual)
-
Blanco/
dorado
-
Corona
-
Puede
estar abierto o cerrado, no bloqueado
-
Glándula
pineal
- Cuando está abierto sientes equilibrio e iluminación
CHACRAS:
1. 2.
3. -> CHACRAS FÍSICOS
4. -> CHACRA QUE UNE
5. 6. 7. -> CHACRAS ESPIRITUALES
-
Curar
-> cuerpo
-
Sanar
-> el alma -> No hay expectativas
CARTA DE UN PACIENTE CON S.F.C.
El dolor y la fatiga son el actualidad
unos de los mayores problemas de salud en la mayoría de los países
occidentalizados.
El dolor crónico y la fatiga afectan en la
Unión Europea a más de 75 millones de personas, pero todo lo ves como lejano
hasta que te toca a ti. Cuando te dan la noticia de que padeces una enfermedad
incurable y de que la cronicidad de determinados síntomas va a condicionar tu
vida, aprendes que aunque
caigas a menudo es necesario levantarse muchas veces con el ánimo renovado.
Cuando caes enfermo y no puedes tirar con
la carga del día a día, te replanteas temas que han sido importantes en tu vida
y que, seguramente, lo serán siempre pero que debes aprender a ver de otra
manera. Esos temas pueden ser: el dolor, el miedo, la familia, el matrimonio o
la relación de pareja que lleve cada uno, el trabajo… La lista puede ser
interminable y siempre dependerá de las preferencias de cada uno.
Ahora en nuestra situación, valoramos más
al amigo de verdad, al familiar que no nos dejará nunca, al especialista que te
escucha y te comprende. Habrá algunos que hablen de tu cuento d de que te gusta
llamar la atención, pero, en ese caso debes seguir adelante. Nadie mejor que tú sabe lo que estás
pasando y no debe afectarte lo que digan.
No dejes que el miedo al futuro te controle. Deslígate del temor. Si hay
cosas que no puedes ya hacer, no las hagas, haz otras.
Cada instante que vives es un regalo para ti y aunque puedas pensar que
ya no vales para nada, con lo que tú eras, quiero decirte que eso no es cierto;
que necesitas descansar un poco de las exigencias a las que se te ha sometido
por el entorno, pero quizá por ti mismo también.
No te rindas ante la enfermedad. Ha
llegado a tu vida para enseñarte algo, para que cambies algunas pautas en tus
formas de hacer, de ser y de pensar que te estaban desgastando y agotando.
Déjate ayudar ahora. Déjate mimar. Pide lo
que necesites, pues seguro que has dado a los que te rodean y a los demás,
mucho más de lo que les vas a pedir, pero debes hacerlo. Ellos no son sabios.
No conocen tus necesidades, y más aún, di durante toda tu vida, has sido una
persona que has dedo sin esperar nada a cambio es preciso aprender a recibir de
los otros. Hemos dado mucho como adultos, aprendamos a recibir como niños.
Si la vida te pide ahora algunos cambios de hábitos pues ánimo; ponte en
marcha, no estarás solo. Anda un poquito cada día, come adecuadamente y
sin obsesionarte demasiado con la dieta, pero disfruta de lo que comes.
Arréglate, no te dejes caer en la desidia y el abandono, que los demás te
digan: ¡Qué bien te veo!, en lugar de preocupar a los demás o incluso dar pena
si estamos siempre enfermos.
Abraza tu enfermedad, no la rechaces,
hazte partícipe de todo cuanto quiere enseñarte. Cuánto más aprendas a vivir
con ella, a llevarla como compañera de viaje, mejor te encontrarás. Debes realizarte en esta vida,
aún padeciendo esta grave dolencia como lo estás haciendo. La vida continúa y
no para. Tú debes seguir marchando en el “tren de la vida”, y se te pasas en
alguna estación debes saber que tarde o temprano deberás volver a coger el tren
de la vida.
Encuentra lo que hay de bueno en tu vida hoy, ahora, en este instante,
pues el pasado no existe ya, y el futuro siempre está por llegar. No compitas
por ser el mejor o la mejor, sé tú mismo, tu misma, sin compararte con nadie.
Busca aquello que te satisfaga pero no te empeñes en conseguir metas
inalcanzables. No somos héroes o heroínas somos personas.
No te repitas expresiones cómo: ¡Yo no puedo!
¡No soy capaz…! ¡Antes si podía, ahora no! ¡No sirvo para nada! ¡Me estoy
muriendo en vida!, como he oído a muchas personas que padecen esta enfermedad.
Hay que cambiar por afirmaciones como: ¡Yo puedo! ¡Ahora hago lo que me
apetece! ¡Tengo ganas de darme una alegría: y además me la doy…! Comparte lo que siempre has tenido
en tu interior pero desde el placer y la sensación de abundancia que tenemos y
no desde la obligación y la responsabilidad absoluta y la perfección de todo lo
bien hecho. Si hay cosas
que no salen tan bien como esperabas no importa porque todo es adecuado;
todo sale como tiene que salir y no te queda sino aceptarlo. Tú pones de tu
parte lo que puedas y nada más. Todo ocurre como tiene que ocurrir y lo más importante de todo es aceptar
y no sentirse culpable con lo que ocurra.
Cuando haces las cosas de corazón, cuando vas donde tu corazón te
lleva, tu conciencia descansa en la paz interior y es allí donde se empieza a
fraguar tu salud, pues tu verdadera curación depende de ti mismo. No
dejes tu salud en manos de especialistas, pues ellos pueden ayudarte, pero el verdadero artífice de tu vida
eres tú.
Como decía Nelson Mándela.
“Yo soy el capitán de mi alma
Yo
soy el dueño de mi destino”.
Somos cada uno de nosotros los que hacemos nuestra vida diaria; los que
fraguamos nuestro destino. Siempre tenemos al menos dos elecciones y
somos libres para elegir. Hoy quiero
lanzaros una pregunta ¿Tiene algo malo ser el número 2, el 3 o el 37 de una
lista?
Mi respuesta es no. No tiene nada de
negativo pero nos han enseñado que en esta vida gana más el que más compite;
que la suerte está siempre del lado de los vencedores, de los ganadores, de la
elite, de los primeros, pero todos sabemos que no es así. Hay aparentemente
gente a la que todo le va bien, pero también pasan por sus “noches oscuras del
alma” lo que ocurre es que quizá hayan aprendido que todo quiere enseñarnos
algo. Somos como somos y lo
que importa es aceptarte como eres.
A este respecto un hombre de campo me
decía que a la Madre Tierra todo le sirve y todo lo ve como bueno y lo acepta,
pues hasta el estiércol es beneficioso para que crezcan las plantas. De ello
hemos de aprender mucho. No
rechacemos nada pues todo lo que se presenta en nuestras vidas es para
enseñarnos algo. La
rosa es una flor preciosa y no rechaza sus espinas sino que las acepta como
esencia de su propio ser.
A pesar de la gravedad de los síntomas de
nuestras enfermedades (SFC y FM) hay otras que transforman el cuerpo de manera
asombrosa como determinados tipos de cáncer, el VIH o el ELA (esclerosis
lateral amiotrófica). Seguramente todos tengamos familiares, personas cercanas,
vecinos o amigos que padezcan o hayan padecido estas enfermedades pero algunos
no se resignan. Luchan y entre ellos, hay ejemplos de personas como Stephen
Hawking, eminente físico, autor de varias obras, entre las que destaca la
Historia del Tiempo, quien padece ELA. O el profesor Morrie Hchwartz quien fue
un ejemplo en todo el proceso durante el que padeció esta grave enfermedad.
Quizá una de las calves para que la
mayoría de las enfermedades entrasen en un proceso de curación está en la
necesidad de perdonar que tenemos, es precioso ser compasivo y perdonarte a ti
mismo. Perdonarte por todo lo que esperabas de ti y no has conseguido, por lo
exigente que eres congio, por lo intransigente, por el grado de perfeccionismo
que te lleva al agotamiento, pero que a su vez, esa exigencia la trasladas a
los demás. Nos gustaría que los otros fueran como nosotros queremos que sean:
nuestros hijos, nuestras parejas, nuestros padres e incluso nuestros vecinos y
allegados. Queremos que nos alfombren el mundo en lugar de calzarnos nosotros
unas zapatillas.
Pensamos a menudo ¡Es que si él o ella cambiaran
un poquito...! Sin darnos cuenta de que el cambio empieza por uno mismo. Que cuando tú
cambias, eres el ejemplo para los demás, y si tienen que cambiar ellos lo
harán, o quizá no cambien, pero a ti no te queda sino aceptar todo como
adecuado, porque así es así será.
No te preocupes si te quedan cosas por hacer; si no has leído aquel libro
que te regalaron, si no adelgazas todo lo que quieres o no aprendes un nuevo
idioma. Perdónate y disfruta de cada momento que te ofrece la vida. Grita:
“Carpe Diem” “vive el instante, vive el momento”. Perdónate y perdona a los
demás y conseguirás ser cada día más feliz si te lo propones, pero sin
exigírtelo ni exigirlo a los demás. El odio y el rencor no hacen sino
alimentar la enfermedad y minar tu salud.
La felicidad es el estado natural de la
vida. Toda la naturaleza es feliz con lo que tiene salvo las personas que
siempre quieren más aunque sea a costa de su salud. Haz las paces con la vida.
Piensa que todo forma parte de un sueño que tú puedes transformar, porque tu
eres quien forja tus sueños.
Si sueñas en un día perfecto para ti, hoy
es ese día. Hoy puedes empezar a vivir una nueva vida, pero sólo si tú quieres
que sea así, porque nadie debe
escribir el guión de tu vida por ti. Nadie ni nada ni siquiera la
enfermedad. Hazla tu amiga, hazla compañera de viaje y llévala como si fueran
unas gafas, un pañuelo en la cabeza o unas zapatillas, solo así podrás volver a
renacer a la vida que un día creíste haber perdido.
Por último, solo me queda decirte que
unido al perdón, debes enriquecer tu amor incondicional hacia ti, hacia todos y
hacia todo lo que te rodea, porque el amor te ayudará a entender lo que cada
día hasta ahora padeces, pero no te pido resignación sino acción. El mundo te está esperando para
cambiarlo porque eres imprescindible y estas aquí para ello, pero desde el
cambio que se mueve en ti.
Para acabar quiero regalarte un cuento:
Estaba
una ola muy triste porque pensaba que al llegar a la playa acabaría
desapareciendo. Llegó otra ola a su lado y le preguntó por qué estaba tan
triste y aquella le dijo que se iba a hacer trizas e iba a desaparecer.
La ola que llegó la última, gritando de
alegría cogió más carrerilla y le dijo:
Nosotras no desaparecemos nunca sino que nos
transformaremos una y otra vez, pues nosotras somos el mismo mar.
Nunca es “demasiado tarde” para cambiar.
Deja que el verdadero maestro llegue a tu vida y aprende de ella pues en tu
corazón radica el principio y el fin de tu existencia.
Paco Ramos Torroba
Antropólogo
01. Una de las más destacadas es que en las actividades y eventos que organizamos, tus descuentos compensan con creces tu aportación anual como asociado.
02. Siendo de Ahire perteneces a una comunidad de personas que cuentan con el apoyo de profesionales del bienestar y la salud.
03. Dispondrás de la posibilidad de reserva anticipada de plaza en nuestros eventos con aforo limitado.
04. Te ofrecemos descuentos especiales con empresas y profesionales de diferentes áreas, con los que tenemos firmados convenios de colaboración que cada año te presentamos.
05. Puedes desarrollar habilidades a través de nuestra formación en: crecimiento personal, mental, psicológico y emocional con el máximo rigor, dada la calidad de nuestros ponentes y facilitadores.
06. Formas parte de una comunidad de personas que realiza distintas actividades de ayuda: reparto de ropa, alimentos, medicamentos, así como apoyo en diferentes situaciones que lo requieran (enfermedad, acompañamiento en el duelo, necesidades terapéuticas…).
07. Siendo de nuestra asociación, perteneces a un grupo con similares inquietudes y con un estado de conciencia de cambio para construir un mundo más solidario, ético y humano.
08. Tienes un espacio a tu disposición donde mostrarte tal y como eres y poder desarrollar todo tu potencial.
09. Si es tu deseo, juntos encontraremos tu propósito de vida.
10. En definitiva, encontrarás un lugar para amar y ser amado, para ayudar y pedir ayuda, siempre que lo necesites. Para eso estamos cada día a tu servicio.
Nota: Estaríamos encantado de recibir tus sugerencias y comentarios de mejora con respecto al decálogo presentado.
Cuentas con todo el equipo de Ahire para ayudarnos a mejorar.
LOS 10 RAPTORES DE TU
ENERGÍA
1.- TEMER Y CRITICAR: No te aferres a nada ni a nadie. Deja ir a personas que sólo llegan a tu vida y están en ellas para compartir quejas, problemas, historias desastrosas, miedo y juicio de los demás.
2.- ENDEUDARSE POR ENCIMA DE LAS POSIBILIDADES DE CADA UNO: Si eres deudor paga tus deudas a tiempo. Si te detiene algo, déjalo ir, si ya es imposible cobrarle.
3.- CREAR RESISTENCIAS: Cumple tus promesas. Si no has cumplido, pregúntate por qué tienes resistencia. Siempre tienes derecho a cambiar de opinión, a disculparte, a compensar, a re-negociar y a ofrecer otra alternativa hacia una promesa no cumplida; aunque no como costumbre. La forma más fácil de evitar el no cumplir con algo que no quieres hacer, es decir “NO” desde el principio.
4.- CONTROLAR EN EXCESO: Elimina en lo posible y delega aquellas tareas que prefieres no hacer y dedica tu tiempo a hacer aquello con lo que disfrutas.
5.- NO DESCANSAR: Date permiso para descansar siempre que puedas. La naturaleza, tiene ritmos y tu vida también.
6.- NO ORGANIZARTE: Tira, regala, comparte, recoge y organiza; nada llena más energía que un espacio desordenado y lleno de cosas del pasado que ya no necesitas.
7.- NO CUIDARTE: Da prioridad a tu salud. Toma el sol, medita, haz Reiki, respira, báñate, haz ejercicio en la naturaleza, escucha tu cuerpo y elimina las toxinas. Aliméntate saludablemente; trabaja en la prevención para evitar la crisis de una enfermedad. Cuida tu casa de contaminación electromagnética.
8.- RESIGNARTE: Enfrenta las situaciones tóxicas que estás tolerando, desde rescatar a un amigo o a un familiar, hasta tolerar acciones de una pareja o un grupo; toma las medidas oportunas y no te resignes.
9.- PELEAR: Aceptar sin pelear, vive sin apegos.
10.- CULPAR: Perdona, deja ir una situación
que te esté causando dolor, siempre puedes elegir dejarla marchar. Y algún día
te darás cuenta de que todo somos inocentes.
Elaborado por el Maestro Paco
Ramos con ideas del Dalai
Lama
MI VIDA
Nací el 20-1-1964 en Puertollano, más concretamente en un
barrio minero que era considerado una pedanía llamada Asdrúbal. Mis primeros
tres años de mi vida transcurrieron felices. Nos trasladamos a una casa más
grande y recuerdo que mi madre y mi padre estaban contentos.
Soy el tercero de cinco hermanos. En 1971, cuando yo
tenía 7 años, mi padre trabajaba como carpintero en la mina y mi madre tenía
bastante con los cinco hijos: Andrea, Clara, Paco (yo), Julián y Miguel Ángel,
recién nacido.
Fueron unos años en los que recuerdo que mi padre
trabajaba mucho y que mi madre (cordobesa, andaluza de pura cepa) cantaba
mientras arreglaba su casa y nos llamaba “rey”, “tesoro” o “vida mía”, pero
cuando llegó la crisis del petróleo, empezaron graves y grandes problemas para
la familia. Mis padres estaban muy preocupados porque nos obligaban a pagar la
casa en a que vivíamos y no teníamos dinero.
En ese periodo, mi padre tuvo una perforación de estómago
y cuando volvió a trabajar como carpintero con una máquina que llamaban “tupy”
se cortó los dedos, anular corazón e índice. Todo se complicó pues se quedó en
la calle sin trabajo y con una pensión mínima por accidente. Nos concedieron
una vivienda de VPO (o del estado) pero hubo que pedir un préstamo de unas para
el que no teníamos ni dinero ni avales. Mi padre hacía algunos trabajos mínimos
de carpintería y mi hermano pequeño y yo nos íbamos con él para ayudarle.
Lo empezamos a pasar muy mal porque lo más importante era
pagar la casa nueva. Pasamos mucha hambre, mi madre lloraba, mi padre volvió a
tener una nueva perforación de estómago. Comíamos una vez al día, pero poco y
mal. Había días que no había nada para cenar o desayunar. Los vecinos nos daban
pan duro y ropa, pero ellos también eran muy humildes. No teníamos calefacción
y hacía mucho frío. Fueron años muy, muy duros.
En el colegio se solidarizaron con nosotros y nos
permitieron almorzar en el comedor una vez al día. El fin de semana, mi padre
compraba lo que nosotros llamábamos “los culos” del fiambre, esa parte que
ahora quitan al empezar el embutido y la tiran o la dan para animales.
Cuando tenía trece y hacía octavo de E.G.B., nos fuimos
todos a trabajar a la vendimia a Francia. Lo hicimos durante seis años seguidos.
Fue muy duro, durísimo. Las condiciones que teníamos que soportar eran penosas
y el trato de los franceses era vejatorio. Nos trataban como a seres
inferiores.
Pasamos muchísimo frío, hambre y sed durante el trabajo y
en los escasos momentos de descanso. Penurias de todo tipo. Los barracones en
los que dormíamos y las camas recordaban a los campos de concentración de los
nazis. No obstante, estudié en el Instituto Dámaso Alonso de Puertollano y
aunque llegaba a finales de noviembre, sin asistir a ninguna clase ni formarnos
en ese periodo, lograba sacar siempre el curso en junio y con buena nota. En estos
años del instituto, me levantaba todos los días a las seis de la mañana y
cuando acababa por la tarde-noche ayudando a mi padre en la carpintería. No era
fácil ser un adolescente sin posibilidades económicas para, prácticamente,
nada, frente a compañeros con bastante dinero, pero lo asumía porque sabía el
esfuerzo que estaban realizando mis padres para que nosotros estudiáramos.
Al acabar el verano, también daba clases particulares,
trabajaba con mi padre en la carpintería y vendía libros y joyas de las tiendas
de las que me había hecho distribuidor. En septiembre nos íbamos a Francia
hasta noviembre, cada año.
Con la beca, y los pocos ahorros
de la vendimia, empecé a estudiar magisterio en Ciudad Real, en una casa
muy negra y llena de humedad. Fueron años duros. Saqué muy buenas notas pues…
el acceso directo y con sobresaliente de media se trabajaba directamente como
maestro. Incluso, en primero de magisterio, también tuve que ir a Francia. Me hice
merecedor en esos años de la beca y luché por no perderla. Era duro el trabajo
en la vendimia y duro recuperar todo lo perdido en esos primeros meses.
En teoría todo fue inútil, pues el último año que acabé
con una media de 8,7 en la carrera no hubo más acceso directo. Se había
paralizado todo el año anterior.
Por otro lado, cuando tenía veinte años, vivía en Ciudad
Real y conocí a la que es ahora mi mujer. Me confesó enseguida que padecía
anorexia y era evidente que necesitaba comer, pero más que eso necesitaba
cariño y algo a lo que aferrarse para seguir viviendo. Sus padres no
aceptaban nuestra relación, pues esperaban para su hija alguien ya posicionado,
como según sus propias palabras, un médico, notario y yo no tenía nada, ni…
Pasamos momentos muy duros en nuestra relación. Su madre
procuraba hacernos todo el daño posible y pasamos momentos muy duros.
En cuanto acabé magisterio, me fui a la mili y no fue una
experiencia demasiado grata, aunque traté de leer mucho y formarme en temas de
ventas.
Al volver, un tío mío que tiene varios negocios y mucho
dinero, me propuso trabajar con él. Empecé sin darme de alta, de nueve a dos y
de cuatro a nueve. De dos a tres, vendía en las casas y, a partir de las nueve,
estudiaba las oposiciones, pero no era nada fácil. Estaba agotado.
Mi tío era un hombre especialmente duro en el trato, en
las formas y en todo. De mis visitas a los bancos, comencé a hacer amistades
con directores e interventores de oficina. Conociendo todas las formas de mi tío,
no tardaron en llegarme propuestas para presentar oposiciones en bancos y
cajas. Al año y medio de trabajar con él, hice una oposición de Caja de
Albacete, nos presentamos unos seiscientos para diez plazas y yo saqué una de
ellas, además en mi propio pueblo, en Puertollano. Cuando se lo comenté a mi tío,
no se lo podía creer, aunque él lo supo desde el primer momento, pues le pedí
permiso para hacer las cuatro pruebas que tenía que realizar.
En
Pronto comencé a conocer, por la documentación que
manejaba, que mi jefe estaba trabajando en su propio beneficio con dinero B en
la empresa. Cuando se convocó la plaza, uno de los dos tendría que irse y él no
las tendría todas consigo. Yo le dije que me dedicaría exclusivamente a
trabajar y velar por la oficina y por la entidad. Al poco tiempo, puse en
conocimiento de mi jefe de zona sus maquinaciones quien, a su vez lo comunicó a
Auditoría.
Estaba tocando a los fondos y había desviado unos treinta
millones de las antiguas pesetas. Fue muy duro para todos y el ambiente con la
compañera de
En 1989, me casé con la que había sido mi novia durante
cinco años. No tuvimos mucha ayuda, pues mis padres no tenían mucho y mis
suegros, no quisieron dárnosla.
En
Por mis buenas gestiones de morosidad, me proponen a los
cuatro meses de estar allí, ser nombrado Jefe del Departamento Morosidad en
Ciudad Real. Era el salto que había esperado desde que entré en la Caja; tenía
que desplazarme a diario, pero era bonito.
Tenía veintisiete años y era el jefe del organigrama más
joven de la entidad. Muchos dudaron de mi efectividad pero, al cabo de un año
en el cargo, pasamos de ser la peor territorial a ser la mejor en términos
absolutos y relativos.
A un ascenso, siguió otro. Me nombraron a los tres años,
Jefe Comercial de Ciudad Real. Mi nuevo jefe, venido del Santander, era de los
que pensaban que a la gente había que darle una patada en los “güevos” por la mañana para funcionar. Intenté
adaptarme a sus formas. Él me estrujó, me absorbió, me dejó “sin sangre” y al cabo de tres años,
hubo de nuevo cambios, volvieron a nombrarme de nuevo jefe de morosidad para
reconducir este departamento que se había apartado de los objetivos propuestos.
Pronto llegaron los buenos resultados, y esta vez al año la propuesta fue nombrarme
Jefe de Auditoría de CCM (Caja de Castilla
Mi mujer no quiso seguirme, como pasó en Ciudad Real. Al
cabo de los cuatro meses de estar allí, de trabajar más de quince horas
diarias, de… muchísimo, en el centro operativo de Toledo, al manejar libros en
cajas, sentí un fuerte dolor cervical. Al acudir a los médicos y hacerme
pruebas, me comunicaron que tenía una hernia cervical C6-C7 y que recomendaban
la rápida intervención por el riesgo que representaba para la médula espinal. Al
comunicárselo a mi jefe, dijo que le había decepcionado, que yo no podía
quedarme de baja, que él había apostado por mí y que si me quedaba de baja,
tenía primero que dimitir del puesto. Así lo hice, dimití en julio. En octubre,
me operaron en
Pasé unos meses horribles. El dolor de las discitis,
miositis y mil dolores de cabeza distintos, se habían apoderado de mí y desde
entonces no me han abandonado ni un momento. Después de dieciocho meses de
baja, pasé tribunal médico, acudí al Juzgado de lo Social y me dieron una
invalidez permanente. Por las secuelas me evaluaron con una minusvalía del 49%.
Con respecto a
A mí me gustaría que llegara un solo día en que, sin
recurrir a la medicación fuerte, no me duela algo. Hoy, el dolor en todas sus
formas, muerde y me recuerda lo que decía aquel poeta:
“Mi dolor es un erial,
flor que toco se deshoja, parece que alguien va sembrando el mal, para que yo
lo recoja.
Muchos días pienso, si esto es vida, y reconozco que no
me da miedo la muerte si llega porque no hago mal a nadie y tiene que haber
algo mejor que esto. Julio-2004
Resumen
de Perfil del Tipo de Personalidad Uno
Sanos. Los tipo Uno sanos son escrupulosos y poseen
un profundo sentido del bien y del mal así como valores morales muy sólidos.
Son racionales, razonables, autodisciplinados y moderados. Éticos en extremo: la
verdad y la justicia son valores fundamentales. La integridad y la rectitud los
convierten en sobresalientes maestros morales. En su mejor estado:
se vuelven extraordinariamente sabios y juiciosos. Al aceptar las cosas como
son, adquieren un sentido increíble de la realidad y saben qué hacer en cada
situación. Humanos, inspiradores y tolerantes: la verdad será escuchada.
Promedio. Los tipo Uno promedio no están satisfechos
con la realidad y empiezan a sentir que ellos deben mejorar las cosas a su
alrededor; son defensores, críticos e idealistas. Buscan razones a todo y
explican a los demás cómo deben ser las cosas. Tienen miedo de cometer errores;
todo debe ser consecuente con sus ideales. Son ordenados, pulcros, metódicos,
bien organizados, lógicos, detallistas, aunque muy rígidos. Con frecuencia
tienden a trabajar compulsivamente. Son muy puntuales, pedantes y un tanto
fastidiosos. Llegan a ser muy críticos de sí mismos y de los demás; son
melindrosos, perfeccionistas y juzgan todo. Siempre tienen una opinión acerca
de todo; corrigen y fastidian a los demás para que hagan lo que, según ellos,
es "lo correcto." Son impacientes y nunca están satisfechos con nada
a menos que se hagan las cosas como ellos las ordenen. Generan juicios morales
todo el tiempo; se enojan con indignación, son regañones y represores.
Malsanos. Pueden llegar a ser muy dogmáticos,
moralistas, intolerantes e inflexibles. Empiezan a ver las cosas con base en
absolutos: ellos tienen la verdad; todos los demás están equivocados. Pueden llegar
a ser muy severos en sus juicios al mismo tiempo que racionalizan todos sus
actos. Se vuelven obsesivos con las imperfecciones y los errores de los demás;
sin embargo, pueden caer en contradicciones al hacer lo contrario de lo que
predican. Condenan a los demás y pueden ser crueles y punitivos para deshacerse
de los que ellos consideran "malhechores." Llegan a caer en
depresiones severas, crisis nerviosas y existe la posibilidad de intento de
suicidio.
Motivaciones clave. Desean hacer lo
correcto, esforzarse y mejorar todas las cosas, ser constantes con sus ideales,
justificarse a sí mismos, estar más allá de las críticas para no ser condenados
por nadie.
Ejemplos. Mahatma Gandhi, Hilary Clinton, Al Gore,
Juan Pablo II, Sandra Day O’Connor, John Bradshaw, Bill Moyers, Martha Stewart,
Ralph Nader, Katherine Hepburn, Harrison Ford, Vanessa Redgrave, Jane Fonda,
Meryl Streep, George Harrison, Celene Dion, Joan Baez, G.B Shaw, Noam Chomsky,
Michael Dukakis, Margaret Thatcher, Rudolph Guliani, Jerry Brown, Jane Curtin,
Gene Siskel, William F. Buckley, Osama Bin Laden, la "Church Lady" y
"Mr. Spock" (StarTrek).